Selva tabasqueña

También debe decirse que, en eso de romper el manto de la impunidad,

En tiempos convulsos claro que son válidas las interpretaciones y sospechosismos, de ese refuego se nutre el debate; el asunto de Cabeza de Vaca puede interpretarse como una afrenta electoral, pero también como la señal de que la rendición de cuentas será cada día más ineludible.

También debe decirse que, en eso de romper el manto de la impunidad, la Fiscalía General ha quedado mal parada, ya que en casos como el de Lozoya, Cienfuegos o Ancira por citar los más recientes, “el guante”, como dice la chaviza, no ha sido contundente e incluso poco claro.

El cerco a Cabeza de Vaca debe ser el racero que se aplique a cualquier individuo que sea indiciado como posible responsable de delitos que ameriten iniciar procesos claros, legales y públicos; el ejercicio de la acción sancionadora así como la defensa, más que mediáticas, deben ser jurídicas, apegadas a la ley y sin tintes políticos o revanchistas.

Con este caso también vemos las posiciones de los bandos encontrados en la lucha por el poder; un claro ejemplo es la virulencia con que se fustigó al indiciado Salgado Macedonio (ahora ya no se sabe si sigue sujeto a investigación) en un tema delicadísimo, del que lo opositores pedían hasta que fuese “quemado en leña verde”, mientras los afectos del régimen gritaban que el tema era más político que jurídico, y ahora la moneda está a la inversa y los que reclaman “reja para el cliente” son los de la acera morenista, y los defensores del tamaulipeco son los que de manera sumaria condenaban hace días al malogrado guerrerense, en síntesis todo depende del cristal y los intereses con que se miren.