Si un país ahorra, gana en dignidad e independencia

Y lo que planteo ya existe en forma naciente

Hoy quiero insistir sobre el tema del ahorro nacional. Porque cuando un país cuenta con los recursos necesarios para su desarrollo, no tiene que ir mendigando esos mismos recursos ante nadie, no tiene que seguir los dictados del FMI o de los grandes capitales y bancos. Al contrario, podría seguir los dictados de su propio pueblo, de su conciencia nacional; podría invertir sus recursos en otros países y pasar su tiempo cobrando ganancias, regalías, intereses y rentas, en vez de ponerse estresado a cada rato por la falta de recursos para pagar esos mismos conceptos ahora en deuda.

No tendría déficit en las cuentas gubernamentales y externas, ni devaluaciones, porque tendría una moneda sólida apoyada por muchos recursos ahorrados y convertidos en capital. Tendría con qué defenderse, pues no dependería de la ficción de sus reservas de monedas extranjeras. Y el mexicano viviría con mucha tranquilidad como el ciudadano de Suiza o de Singapur. ¿Por qué no?

DE LO PARTICULAR A LO GENERAL

Y lo que planteo ya existe en forma naciente. En muchos sectores, aun modernizados, hay una baja relación de Capital al Producto.

Durante muchos años tuve un negocio de escaneo de archivos públicos grandes, de la elaboración de estudios y de consultoría, y para el diseño y construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales mediante la tecnología natural de pantanos artificiales. Ninguno de estos sectores altamente modernizados tenía una relación de Capital (acervo) al Producto (anual), ni siquiera de uno. No puede caber ninguna duda. Nuestra economía puede dar mucho más, pero sólo Si se eliminan las múltiples trabas que la detienen en el modelo vigente hasta hoy en día.

La realidad es que hay que gastar en la alimentación y en las necesidades de las personas desempleadas, de sus gastos de la familia, mediante préstamos de amigos o familiares, o de cheques de nuestra tesorería nacional. Ahí va una buena parte de nuestro ahorro nacional potencial. La solidaridad mexicana permite sostener un enorme número de desempleados y subempleados, con la esperanza de que en el próximo futuro esas personas consigan trabajo y se vuelvan productivos en sus respectivos grupos sociales. El desempleo definitivamente es un gran promotor de la inseguridad y hace inepta nuestra economía y sociedad.

También el desempleo se liga mucho con la pobreza. Porque un país rico nunca es desempleado, no tiene ningún sentido andar así. Un país rico es uno que está trabajando, y un país que está trabajando es un país empleado. El desdén nacional por el desempleo se asemeja a un tipo que anda caminando con una bolsa de monedas, y tiene un agujero en la bolsa; todas las monedas se le van cayendo mientras camina, empobreciéndose más. Resulta absurdo no concebir la importancia de pararse para remendar la bolsa.

TRABAJO VIVO Y TRABAJO MUERTO

En esas condiciones, con cada segundo que pasa, el trabajo vivo pero desempleado se vuelve trabajo muerto, porque el producto potencial no se convirtió en real y por ende no se puede usar para el desempleado, ni para su familia ni para el país, convirtiéndose en una tragedia nacional que desalienta al individuo, a la comunidad, y de ahí empieza el desaliento del país entero.

Ahora bien, en la economía hay sectores que dan muchos empleos. Estas áreas pudieran ser privilegiadas en lugar de aquellos que el Modelo Imperial quiere imponer. Acá hay una razón nacional, en el Modelo Imperial hay una razón personal. Unos cuantos se van a beneficiar del Modelo Imperial, dándole privilegio a ellos; toda la Nación va a beneficiarse del Modelo Democrático haciendo políticas que favorezcan el empleo, la educación, el entrenamiento, la facilidad de emplearse sin las fricciones que hay actualmente en el mercado laboral mexicano, y otras medidas para incrementar y mejorar el empleo.

Es asunto de dialogar trabajadores y empresarios para fijar las rutas nacionales sector por sector, y ver cómo superar los obstáculos. Es mucho trabajo, pero se puede hacer. Es una de las tareas más nobles que no se ha hecho; se tiene que hacer, aunque es imposible realizarlo en el Modelo Imperial por todas las razones dadas.

Además, hay buena vibra de nuestras cúpulas empresariales. Entienden que el árbol imperial tiene colgados a demasiados “empresarios” presupuestarios. Requieren de un marco nacional razonable y competitivo para invertir, producir y vender sus productos y servicios, y están dispuestos a sumarse a ese gran esfuerzo nacional.  (* México y su modelo de desarrollo, bases para pensar nuestras opciones. Centro de Estudios e Investigación del Sureste)