SEGUNDA PARTE

Diálogo no es sólo inteligencia es, además, tolerancia. Es prudencia: vieja sabiduría.

4.-Diálogo y democracia no son valores formales. A raíz de la enorme difusión del marxismo, una de las grandes visiones políticas de nuestro tiempo y, como parte de la crítica que esta filosofía ha enderezado contra el sistema democrático parlamentario –que se afianzó y consolidó en el XlX por razones de circunstancia histórica--, ha venido confundiéndose a este sistema, en la mente de muchos, con la “democracia burguesa”, cuando no con la democracia a secas. El siguiente paso es condenar globalmente a la democracia. Se piensa entonces que si las libertades humanas –los derechos del hombre y del ciudadano de la Revolución Francesa, nuestras garantías individuales –fueron una creación de la democracia burguesa, una vez que este sistema sea superado por la “democracia proletaria” habrá que negar y sustituir aquellas garantías por los derechos sociales fuesen solamente contradictorios y no, también, complementarios.

5.-Con esta línea de razonamiento se comenten varios deslices. Señalo dos: 1) las libertades humanas no son, exclusivamente, una creación de la democracia capitalista sino el producto de la lucha permanente del hombre contra esclavitud y contra las opresiones que lo han ahogado a lo largo del tiempo; 2) la democracia no es patrimonio de una o algunas clases sociales sino una de las más caras aspiraciones de la humanidad desde los arranques mismo de la civilización. No se puede vivir humana, democráticamente, si los seres que integran una comunidad no tienen a salvo sus derechos y libertades esenciales. Insisto: diálogo y democracias, democracia y libertad no son valores “formales” puesto que la forma –aceptando que la libertad de asociación o la de movimiento, la de pensar o la de trabajar, la de exponer ideas o la de publicarlas, si así nos place, fuesen cuestiones formales— no está separada del fondo. La forma es trasunto del fondo, como el medio lo es del fin: forma es de fondo como medio es fin. Diálogo, tolerancia, democracia no son cascarones huecos, son metas y, como tales, pautas permanentes, valores humanos: conquista de todos los hombres.

6.-Actuar, pensar, decir, no tendrían razón de ser si no fueran actos, ideas, expresiones que chocan contra la humillación, que pugnan en favor de la dignidad del hombre: de aquí, de América, de todas partes. Su voluntad de poder es siempre voluntad de deidad, en esta asociación giraremos en torno a un propósito: a la voluntad de ser dioses opondremos con firmeza la voluntad de ser hombres. Lo digo con la claridad y con la fuerza de que soy capaz: aquí nos interesa menos la naturaleza de los dioses –la voluntad de poder— cuanto la naturaleza de los hombres, la condición humana.

Termino, pues, invitando a los presentes a preservar esta Academia como algo vivo, como un ámbito operante de reflexión profunda acerca del quehacer político. Hacerlo será hacer política. Los invito a ser radicales en el sentido en que concebía al radicalismo un grande de las ciencias sociales: ser radical, decía, es ir a la raíz misma de las cosas y, “para el hombre, la raíz es el hombre mismo”. Hay que pensar con autenticidad, de acuerdo con nuestras raíces. Hay que buscar, en esas raíces, los sustentos del frondoso, pero firme y estable crecimiento, del árbol nacional que a todos nos cobija.