Siglo XXI y el negocio de la guerra: tragedia de las atrocidades rentables

Siglo XXI y el negocio de la guerra: tragedia de las atrocidades rentables

Escala Crítica

Siglo XXI y el negocio de la guerra: tragedia de las atrocidades rentables

* Putin: “se verá un súper soldado, sin miedo y sin conciencia”

* Elías Canetti: la vida del hombre dejó de ser la medida

* Milan Kundera: nadie puede escapar a ninguna parte

Víctor M. Sámano Labastida

SON TIEMPOS de contienda electoral. Una larga y costosa lucha por el poder. Pero es mejor que la competencia sea por la vía democrática, aunque muchos de los protagonistas renieguen de la política como medio para evitar la guerra y las campañas sean usadas para alimentar los odios.  Pero la guerra no es un juego, por lo que la política debe evitarla. De ahí que comparta este comentario.

Hay noticias que generan escalofríos, aunque las cubra un manto de silencio. La nota se perdió por la grandilocuencia que muestra Estados Unidos frente a Corea del Norte. Los tambores de guerra apuntan en esa dirección y pocas agencias reseñaron lo dicho por el presidente ruso, Vladimir Putin, en una conferencia internacional sobre problemas del siglo XXI (28 de octubre, Italia).

La idea central de Putin fue una queja por la construcción encubierta de Robots Soldados: “En el siglo XXI se verá un súper soldado, sin miedo y sin conciencia; una perfecta máquina de matar”, enfatizó. Parece un reproche ético ante los avances tecnológico/militares. Pero debe tomarse en cuenta que Putin insinuó que este proyecto se desarrolla en Estados Unidos y Alemania. Si él tuviera ese proyecto no se quejaría.

La guerra, con todo y globalización cultural, con todo y mercados financieros interconectados, sigue siendo negocio estratégico de las potencias mundiales: Un billón de dólares (un millón de millones) movidos anualmente entre armas y tropas, por Estados Unidos, China, Rusia, Arabia y Reino Unido (informe 2016 del Instituto Internacional de Investigación para la Paz, de Estocolmo, Suecia). No se abarca el mercado negro del armamentismo, obviamente sin cuantificar.

Putin no es hermano de la caridad, ni filósofo que cuestiona un modelo de vida: es un político en desventaja, que con cinismo pinta un cuadro apocalíptico. Conoce a fondo el negocio. Lo anima la tajada de poder y dinero. No existieron desmentidos de Alemania y EEUU, quizás para no levantar más polvo en torno a cuestiones éticas sobre robots diseñados para la guerra.    

Se dice que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Putin ofrece un escándalo mediático y Occidente guarda silencio. El tema de la guerra, además, suena demasiado trillado. Eso es lo preocupante: la guerra se ha instalado como un ambiente cultural inevitable.

Vistas así las cosas, amable lector, sin ánimo fatalista, hablemos de la guerra. El planeta no puede ni debe ignorarlo.

GUERRA Y ECONOMÍA

LA ECOMNOMÍA de Guerra se desarrolló con sentido geopolítico en el siglo XX.  En los siglos XVIII y XIX se consolidaron esquemas industriales que llevaron la técnica del armamentismo a una reproducción acelerada. Una muestra de esta tendencia la ofrece el historiador inglés Eric Hobbswan, a propósito del incremento en buques de guerra entre 1880, 1910 y 1914: de una centena se pasa a dos mil y tres mil, para Gran Bretaña y Alemania, los contendientes principales de la Primera Guerra Mundial, 1914-1918. La premisa: si se tienen más instrumentos de guerra y se hizo el gasto, entonces hay que usarlos. 

Escribió Milan Kundera: “¿Por qué algunas naciones quieren dominar el mundo? ¿Para ser más ricas? ¿Más felices? No. La agresividad de la fuerza es perfectamente desinteresada; inmotivada; sólo quiere su querer; es absolutamente irracional.” Sin embargo, el armamentismo es una fuerza irracional que genera ganancias a través de la sangre derramada. Una atrocidad rentable.

Volvemos a Kundera: “La Edad Moderna cultivaba el sueño de una humanidad que, dividida en diversas civilizaciones separadas, encontraría un día la unidad y, con ella, la paz eterna. Hoy, la historia del planeta es, finalmente, un todo indivisible, pero es la guerra, ambulante y perpetua, la que realiza y garantiza esa unidad de la humanidad largo tiempo soñada. La unidad de la humanidad significa: nadie puede escapar a ninguna parte”.   

La guerra, además, es un contrasentido de la justicia. Porque la justicia no debería  imponerse por la violencia y la fuerza.

ANTÍDOTOS HUMANISTAS

LA ESTUPIDEZ de la guerra llevó a seres humanos –en el sentido más profundo- como Elías Canetti, a advertirnos contra ese negocio que mantiene ocupados a los Putin del mundo. Por cierto, sobran los súper soldados androides: los gases letales  logran atrocidades insuperables, sin miedo y sin conciencia. Ahí están los ataques químicos en Vietnam, Siria, Iraq, Irán… Así dijo Canetti: “Ya no tenemos medida para nada, desde que la vida del hombre ha dejado de ser la medida”.

El escritor nacido en Bulgaria nos advertía: “Se necesitan años para destruir el amor de un ser humano, pero ninguna vida será bastante larga para lamentar este crimen, que es más que un crimen”.

También: “Uno puede quejarse. Uno puede mejorar. Maldita sea la venganza, y si me matan al más querido de mis hermanos, no quiero venganza, quiero otros seres humanos. Las guerras se hacen por causa de sí mismas. Mientras no reconozcamos esto, jamás será posible combatirlas realmente”.

Ojalá que los políticos hicieran suyo el pensamiento de Canetti:  “No quiero infundir miedo alguno; no hay nada en el mundo de lo que más me avergüence; prefiero ser despreciado a ser temido”.

( vmsamano@yahoo.com.mx)