Sin cooperación de la sociedad, no alcanzarán los recursos

Nunca, en casi un siglo, el mundo había vivido una situación como la actual por la crisis sanitaria

Nunca, en casi un siglo, el mundo había vivido una situación como la actual por la crisis sanitaria. Como se sabe, la última gran pandemia de que se tiene memoria antes del COVID-19 fue entre 1918 y 1919, una llamada “Gripe Española”, que causó quizá unos 50 millones de muertes en todo el planeta.

Comparada a esa situación, lo ocurrido después con la “Gripe Asiática” (AH2N2) en 1957, con la “Gripe de Hong Kong” (AH3N2) en 1968, el VIH en 1961 o la “Gripe Porcina” (AH1N1), no fue ni de lejos similar. Es cierto que el VIH ha causado y sigue causando numerosas muertes, pero su contagio no es tan agresivo como el que sucede ahora con el COVID-19.

Que recordemos, en ninguno de esos momentos  -incluso en otras pandemias históricas del pasado-, hubo la decisión y la necesidad de paralizar la economía y la actividad social hasta el punto en que se ha llegado ahora.

Debemos comprender que las circunstancias de sobrepoblación y movilidad excesiva han propiciado una expansión del COVID-19 a niveles que en algunos momentos pareciera incontrolable. Algunos países y comunidades han demostrado que sí es posible disminuir su impacto y hasta evitarlo de manera drástica y eficiente. El caso de Vietnam es el ejemplo más notorio, a pesar de ser un país relativamente pobre y con más de 90 millones de habitantes, fronterizo de China: 369 casos positivos y cero muertos.

¿Qué sucedió en Vietnam? Hay muchos factores pero son tres los que se podrían mencionar en este breve texto: una adecuada y rápida respuesta gubernamental, una eficiente información y propaganda orientadora, y –sobre todo- una disciplina comprometida de la población.

SUMAR ESFUERZOS, NO RESTAR

Los hechos recientes nos han mostrado en México, y por lo tanto en Tabasco, que el sector salud puede hacer todo el esfuerzo posible pero sin la cooperación consciente de la población resulta casi imposible detener los contagios. Se entiende que el gobierno busque evitar medidas coercitivas, pero como bien lo anotó en estas páginas el investigador Cirilo Antonio Guzmán, debemos admitir que venimos de una cultura de no respeto a las leyes (normas, indicaciones) y de desconfianza en las autoridades. Estos dos elementos son ingredientes fatales en una epidemia. Lo son en cualquier enfermedad, pero más todavía  con un virus tan agresivo como el COVID-19.

Los coordinadores de la campaña contra le epidemia, encabezados por el doctor Hugo López Gatell, informaron el 9 de julio que había estados como Nayarit y Tabasco que se encontraban en una franja de riesgo por la ocupación de camas de hospital. En Tabasco –se dijo- sólo estaban disponibles el 16 por ciento de las camas, porque el restante 84 por ciento estaban ocupadas; en Nayarit –donde su gobernador grabó un dramático llamado a la población- tenía el 77 por ciento de ocupación y la disponibilidad de 23 por ciento.  Otro caso preocupante era Nuevo León, con 69 por ciento de ocupación.

En Tabasco, el gobernador Adán Augusto López ya había dado las instrucciones para habilitar más camas y nuevos espacios. Aseguró a la población que a pesar de la reapertura económica  la cifra de casos activos por COVID se mantenía estable y que la ocupación hospitalaria no estaba desbordada, ni lo estaría. También señaló que índice de letalidad (muertes) por la enfermedad bajó a 9.52 por ciento en el Estado, por debajo de la media nacional situada en 11.95 por ciento.

No hay duda de que existe la voluntad y la decisión de hacer frente a la epidemia con todos los recursos públicos, y también con la colaboración de las empresas privadas. No hay duda de que por encima de todo se valora la vida y la integridad de las personas.

Pero, como le decía, ningún esfuerzo ni los más enormes recursos serán suficientes y eficientes sin la colaboración de los habitantes. En Tabasco deberíamos dar una demostración de solidaridad con las demás personas, familiares, amigos, compañeros de trabajo. ¿Cómo? Atendiendo las recomendaciones básicas de quedarse en casa lo más posible, mantener la sana distancia y los hábitos de limpieza, evitar aglomeraciones. Algo el realidad muy fácil.

Si es cierto que nunca habíamos vivido una situación como ahora, también es cierto que nunca había sido tan fácil resolverla si participamos todos.

Insisto: es cierto que el gobierno puede echar manos de recursos cortando acá y supliendo allá, pero si seguimos el ritmo actual de los contagios, ni duplicando el número de camas se puede asegurar que el COVID-19 dejará de provocar muertes. Hay que evitar los contagios y, si ocurren, reportarlos a tiempo.

POSDATA

Ahora sí, comienzan los jaloneos en serio en los partidos: primero van por las dirigencias, luego por las candidaturas.