Sistemas de partidos
Para comprender de mejor manera qué son los sistemas de partidos es necesario entender de principio qué es un sistema de partido y antes
Para comprender de mejor manera qué son los sistemas de partidos es necesario entender de principio qué es un sistema de partido y antes, qué es un partido político.
La vida partidista es relativamente joven y surge en la segunda mitad del siglo XIX, pero no es sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando realmente los partidos se consolidan como tales y ya no se confunden con las facciones o grupos de presión, que tienen orígenes y propósitos distintos.
Luego entonces, un partido político es una organización de ciudadanos que tiene el propósito de conquistar y preservar el poder por la vía legal e institucional, para lo cual se da una normativa interna y las bases ideológicas en las que sustenta su conducta programática.
Por su parte, un sistema de partidos es el conjunto de interacciones que ocurren entre los partidos en competencia y de estos con la sociedad y el sistema político; es decir, es la forma como se relacionan los partidos entre sí, con el entorno social y con el régimen político, sin que esto tenga que ver con la organización interna de los partidos y la legalidad aplicable a su formación.
Los partidos son parte de la sociedad y representan a una fracción de la misma, no nada más de quienes los integran sino también de quienes simpatizan con ellos, si bien programáticamente pueden en ciertos aspectos expresar aspiraciones o demandas de solución a problemas que afectan a la sociedad en su conjunto, como por ejemplo el medio ambiente.
Por el número de partidos los sistemas de partidos pueden ser unipartidista, bipartidista y multipartidista o pluralista del que surgen otras subclasificaciones como la de sistema de partido hegemónico, el sistema de partido dominante, el sistema de partido de pluralismo moderado, el sistema de partido de pluralismo polarizado y el sistema de partido atomizado.
En un sistema unipartidista sólo hay la presencia del partido gobernante como es el caso de China; en el sistema bipartidista hay únicamente dos partidos relevantes como es el caso de EE.UU y en el pluralista hay más de dos partidos importantes, del que surgen varias clasificaciones, entre otras, la de sistema de partido hegemónico, en el que además del partido gobernante existen otros de manera testimonial sin posibilidades de derrotar al partido en el poder como fue el caso de México durante varias décadas del siglo pasado y la de sistema de partido dominante, donde el partido gobernante conserva el poder por largo tiempo y se mantiene latente la posibilidad de que pierda, teniendo como ejemplo a Japón.
Ahora bien, por su competencia, hay sistemas con partidos competitivos y sistemas no competitivos, por lo que en caso del primero cualquiera puede ganar y en el segundo sólo gana el partido gobernante.
Desde esta óptica, los sistemas de partidos se definen por la intensidad o ausencia de competencia en el conjunto de los partidos, teniendo como uno de los corolarios que donde hay competencia hay democracia y a la inversa, donde no hay competencia no existe democracia o por lo menos ésta es anémica.
En la interacción de los partidos hay que considerar como elemento básico la institucionalización que está ligada a la legislación electoral y de partidos políticos; la cual impacta a la democracia al dar estabilidad al sistema de partidos y al sistema político, en virtud de que los partidos siguen patrones que tornan predecible su actuación.
Los partidos como organizaciones intermediarias entre la sociedad y el Estado son correas de transmisión de las demandas sociales e inquietudes políticas de la primera y en la medida que cumplen con esa función fundamental, su fuerza crece o disminuye; lo que también está relacionado con la democracia y su calidad.
Por tanto, la capacidad de reacción que muestren ante el ejercicio del gobierno en turno y la sensibilidad que tengan para captar los impulsos sociales, hacen posible el mantenimiento o cambio de la correlación de fuerzas en el sistema de partidos, lo que da lugar a la conservación del poder, al desplazamiento del mismo o a la pérdida de espacios en los cargos de elección popular.
Lo que toda sociedad y Estado requiere, son sistemas de partidos fuertes con el sistema electoral que mejor les venga; no importa si son bipartidistas o pluralistas, dado que estos sólo pueden existir en democracia. Las democracias modernas no se conciben sin partidos.