BREVE REVISIÓN HISTÓRICA DEL SUICIDIO

El concepto y la imagen del suicidio no ha sido la misma a lo largo de la historia

PARTE UNO.- El concepto y la imagen del suicidio no ha sido la misma a lo largo de la historia, siendo un constructo social modificable, sujeto a las influencias sociales y  culturales de cada tiempo. Ya desde la prehistoria, el ser humano manifestaba conductas de auto-sacrificio. Los ancianos o enfermos se auto-eliminaban para beneficiar y favorecer los recursos de la tribu.  

En la mayor parte de las civilizaciones de la antigüedad el suicidio era aceptado, asienta el investigador Miguel Guerrero. La muerte era entendida como el paso de una vida a otra, por lo que acabar con la vida de forma voluntaria no implicaba el fin de la existencia, sino el tránsito a otra dimensión. El primer texto escrito que nos habla del suicidio es un poema conocido como Diálogo del desesperado de la vida con su alma y está datado en el año 2000 a.C., en pleno Imperio Egipcio.

Las distintas escuelas filosóficas griegas se posicionaron ante el suicidio en desde la nula aceptación hasta su total legitimación. Los pitagóricos no aceptaban el suicidio ya que consideraban la muerte voluntaria como una salida repentina del alma que trastornaba el equilibrio del cosmos. Pero fue el suicidio de Sócrates en el año 399 a.C. el que marcó un hito en la historia de la filosofía de la muerte voluntaria. Él, decidió suicidarse por cicuta en lugar de huir, tras ser condenado por el Estado. Su decisión afectó profundamente a sus seguidores. El principal sin duda fue Platón. Éste se posicionó en contra del suicidio argumentando que atentaba contra el Estado y contra los dioses. No obstante, estableció tres excepciones donde era legítimo: cuando lo ordenara el Estado, ante una enfermedad incurable, y/o ante la vivencia de una desgracia extrema.

En La Biblia se relatan hasta nueve suicidios sin que exista ni condena ni apología. Para los primeros cristianos la muerte voluntaria no estuvo estigmatizada, produciéndose un fenómeno que alarmó enormemente a la Iglesia, el martirio voluntario. Esto hizo necesaria la «invención» de un relato teológico que frenara estos actos, siendo San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) quien contribuyó a tal fin. Condenó el suicidio equiparando éste a un homicidio de sí mismo y por ende una clara violación del V mandamiento; no matarás. Para la Iglesia, desde ese momento, el suicidio era un pecado. En el Concilio de Arlés (314 d.C.) se condenó formalmente el suicidio y a cada concilio ecuménico celebrado, más condena y castigo se añadía al suicida, desde la excomunión, la negación de rito, funeral o sepultura hasta confiscar sus bienes.

El suicidio en la época prehispánica fue una variante del autosacrificio, el cual se practicó antes y después de la Conquista según Johansson. El momento más dramático en torno al suicidio prehispánico –denominado  nenomamictiliztli–, se data del siglo XV, cuando se registró una baja importante de pobladores indígenas, al pasar de 25 millones en el año 1500, a tres millones en 1600, de los que un gran número falleció en la guerra y la enfermedad, y otros a causa de muerte autoinflingida.

Johansson insiste que antes de juzgar u opinar sobre muerte autoinflingida en el mundo prehispánico, es necesario contextualizar la información, “ya que en el mundo prehispánico existió una cosmovisión distinta en torno a la muerte, un mundo donde el individuo contaba poco y el grupo contaba mucho”. Así que cuando un individuo se autosacrificaba en aras del grupo no era visto como una muerte violenta, como hoy se vería. “En el mundo prehispánico el autosacrificio era una ofrenda a los dioses, un sacrificio honorable en pos de un fin válido”.

Hasta ese momento histórico podemos identificar claramente como el suicidio, como cualquier otro patrón de comportamiento humano, ha estado sujeto a lo que las clases dominantes determinen y sus implicaciones legales, morales y espirituales siguen siendo, hasta hoy, causa de debate. En la segunda parte de este documento compartiré otro minúsculo destello de la historia de este constante fenómeno humano. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra. Colaboración PRESENTE)