OPINIÓN

Tabasco: del rezago a la crisis económica
28/04/2020

Por más de tres décadas Tabasco ha ido acumulando rezagos socioeconómicos que impactan la calidad de vida de la mayoría sus habitantes. Cada que concluye una administración pública estatal se hacen explícitas las deficiencias en todas sus áreas, como parte del ritual de un nuevo gobierno que devela la problemática que va a enfrentar en materia de salud, educación, obra pública y, en la última década, el desmedido incremento de la corrupción y la desatada inseguridad, entre las más notables.

A partir del 2014-2015 la caída de los precios del petróleo y la reforma energética golpearon con fuerza la economía y el empleo del estado. Con 17 trimestres de tasas negativas del PIB y un pésimo 2019 con alrededor de -8.0% y con el primer lugar en la tasa de desempleo a nivel nacional por seis años consecutivos, en donde 2019 alcanzó el 6.43% de la Población Económicamente Activa (PEA), ¿qué impacto se espera de la crisis económica actual?

Estamos inmersos en una crisis económica atípica con lejanos antecedentes (la Gran Depresión de 1929, que se resolvió con el surgimiento del Estado de bienestar). Un fenómeno externo, la pandemia mundial del COVID-19, produce una recesión económica mundial para mitigar los contagios. No se trata de las clásicas crisis capitalistas motivadas por la sobreproducción a por el subconsumo, que impactan la demanda efectiva y el empleo.

A las dificultades propias de la contracción económica, con su cauda de desempleos masivos (que sin duda van a contribuir a la inseguridad), habría que añadirle el confinamiento de las familias en sus casas que no solo alimentan el estrés y la desesperación, sino que también tienen sus costos económicos.

De esta forma, los gobiernos deben de destinar recursos extraordinarios para salir lo mejor librados de la pandemia y de la crisis económica. Lo cual implica poner en juego todas sus capacidades de planeación y de ejecución, en donde los diagnósticos, la organización, la información clara, precisa y oportuna y el consenso tienen un papel de primer orden.

El novedoso método propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador para atemperar los efectos negativos de la crisis económica de apoyar con tres millones de créditos a las Mipymes, de 25 mil pesos cada uno; crear dos millones de empleos y fortalecer los programas sociales, intensificando la austeridad republicana (25% de descuento a los sueldos y cero aguinaldo a la alta burocracia), entre otras acciones, rompe con la lógica neoliberal de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas que solo endeudaba al país y concentraba aun más la riqueza, dejando una estela de pobres, como sucedió en la crisis de la deuda (1982), que abrió las puertas al neoliberalismo; la del “error de diciembre” de l994-95, que evidenció la debilidad del nuevo modelo económico y creó el Fobaproa, y la de 2008-09 que se inicia en Estado Unidos y se expande prácticamente a todo el mundo, anunciado el agotamiento neoliberal.

A ciencia cierta no se sabe que tan profunda y duradera será la crisis económica. Los optimistas hablan de una contracción del PIB en 2020 del -5.0%; y los pesimistas del -12.0%. El caso es que el tipo de cambio, los precios del petróleo y las calificadoras no ayudan. Mientras los empresarios, gobernadores de la oposición y algunos especialistas de derecha y de izquierda (Gerardo Esquivel. Pandemia, confinamiento y crisis, Nexos, 17 abril 2020) insisten sobre todo en incluir mayores apoyos fiscales a las Mipymes. De hecho, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) convoca a la ciudadanía a participar en la Conferencia Nacional para la Recuperación Económica, para generar propuestas que permitan llegar a un acuerdo entre todos los actores públicos y privados involucrados.

Por eso es importante que las oposiciones empresariales, políticas y mediáticas, contribuyan on el gobierno federal a superar las crisis de salud y económica en lugar de seguir poniendo obstáculos de todo tipo en el camino.

Con la nueva estrategia implementada en el país por la 4T, se trata de proteger a 70 por ciento de las familias mexicanas, equivalente a 25 millones de hogares, sobre todo a los pobres y a las clases medias bajas.

Si bien las medidas tomadas por el presidente López Obrador en su Plan de Rescate Económico están en línea con sus políticas de desarrollo para favorecer a los más necesitados, esto no implica que sean suficientes para que los desempleados por la crisis económica cuenten con un ingreso mínimo para sobrevivir, ni garantiza que la mayoría de las Mipymes se reactiven de inmediato. Tampoco quiere decir que sobre la marcha no puedan tomarse otras medidas. Y es que estamos hablando de más de 4 millones de Mipymes y del 60 % de los trabajadores en la informalidad, además del incremento que ya empieza a notarse en los precios de los artículos de primera necesidad.

En el caso de la economía de Tabasco, con un rezago estructural que se agudizó con el desplome de los precios del petróleo en 2014-15 y que fue calificada como la peor del país en 2019, de entrada, tiene 68,729 desocupados. Y de los 1,008,244 ocupados 668,756 son asalariados; 230,941 trabajadores por cuenta propia; 64,106 empleadores y 44,441 sin pago y otros ( INEGI. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo T4 2019).

Estos datos laborales se verán impactados por la caída del PIB estatal y empleo. De que tamaño será, no se sabe, pero sin duda Tabasco está destinado a ocupar los primeros lugares en estos indicadores. Así las cosas ¿será que los 53 mil créditos para las Mipymes que recién anunció el gobernador Adán Augusto López Hernández y las 150 mil despensas mensuales, alcanzarán para evitar que la crisis económica se ensañe con nuestro estado y genere problemas sociales difíciles de contener?



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