Tabasco, del rojo intenso al naranja; reacomodos del semáforo de Gatell

*Quince días a prueba; evitar que un rebrote cierre más actividades *Reapertura, responsabilidad estatal; necesidad de economía y política

AUNQUE la secretaría federal de Salud colocó ya a Tabasco en color “amarillo” del Semáforo Epidemiológico, el gobierno estatal decidió que aún no es tiempo a pesar de que en las semanas recientes oficialmente se ha registrado un descenso en los contagios, fallecimientos y hospitalizaciones por el COVID-19. No es el único estado que decide aplicar sus propias medidas desde que a finales de julio se acordó que las autoridades locales asumieran la responsabilidad de abrir o restringir actividades.

El Semáforo Epidemiológico causó una serie de diferencias entre la Federación y los gobiernos estatales, tanto porque resultaba complicada la evaluación centralizada, como porque cada Ejecutivo local –e inclusive las autoridades municipales-, respondían también a proyectos políticos propios.

Hay gobiernos de Morena, pero también del PRI, PAN, PRD y MC. La diversidad en los municipios es mucho mayor. También influyen, por supuesto, los grupos privados locales, sobre todo en la reapertura de actividades económicas donde se confrontan el interés por la salud y el cálculo de pérdidas financieras.

No faltaron, como se sabe, acusaciones y discusiones sobre el posible uso partidista o político de las cifras de esta epidemia. Se optó, entonces, por una fórmula intermedia: una información centralizada y acciones descentralizadas. Para la Organización Mundial de la Salud lo recomendable es siempre una máxima coordinación entre los distintos órdenes de gobierno.

UN NARANJA ROJIZO

COMO usted sabe, el gobernador Adán Augusto López Hernández anunció que durante 15 días Tabasco adoptará las medidas de reapertura de actividades correspondientes al semáforo “naranja” aunque las autoridades federales clasifican a la entidad en el color “amarillo”. Hay, de alguna manera, un ritmo propio quizá un poco a partir de la experiencia de cómo se comportó la gente y, por lo tanto, los contagios en las etapas más críticas. No olvidemos que Tabasco llegó a estar en los primeros sitios nacionales de la incidencia del virus. Fue motivo de preocupación y recomendaciones del propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

Esta aplicación local de un cronograma propio no es nueva. A mediados de agosto, cuando el subsecretario Hugo López Gatell informó que ya Tabasco podía estar en semáforo “naranja”, el gobernador López Hernández decretó 15 días más en semáforo “rojo”. Aunque existe una urgencia de reabrir las actividades productivas, un mal cálculo podría ser mucho más dañino de lo que sucedió en la primera etapa. Varios países son ejemplo de los riesgos del rebrote.

EL MENSAJE Y LA INTERPRETACIÓN

DESDE el 15 de junio pasado, el gobierno estatal dio a conocer un decreto que estableció la “normativa y reapertura cronológica de establecimientos y comercios no esenciales”, con vigencia a partir del lunes 22 de junio. Aunque formalmente con las medidas de higiene y seguridad de “riesgo muy alto”. Lo que sucedió en los días y semanas siguientes fue que prácticamente se saturó la ocupación de camas, obligándose las autoridades a reconvertir más centros hospitalarios y establecer las llamadas “burbujas” en el Parque Tabasco, de Villahermosa.

Se advirtió que la población abierta interpretó el mensaje oficial a su conveniencia: un sector mantuvo el confinamiento y la baja movilidad, en tanto que otro se comportó como si ya la epidemia estuviera bajo control. Esto último erróneo.

Después de un periodo crítico, cuando los contagios llegaron hasta un pico máximo de 497 positivos por día (mediados de julio), vino una estabilización y posteriormente la sensible baja con menos de 200 casos positivos cada 24 horas. Sin embargo, los llamados “escenarios catastróficos” previsto al inicio de la epidemia fueron con mucho rebasados al llegar la suma a 2 mil 550 muertos y 28 mil infectados el sábado reciente.

No faltó, por supuesto, el escepticismo ante el cambio abrupto de las cifras. Los opositores inclusive han vinculado las nuevas estimaciones a nivel federal a un hecho político: el segundo informe del Presidente y la necesidad de entregar buenas cuentas. Sólo Colima se mantiene en “rojo”. Hay quienes sostienen que el cálculo es económico: la necesidad de reabrir actividades para mitigar el impacto en el empleo, las inversiones y la producción. Sin duda que por encima de cualquier consideración deben estar la salud y la vida de las personas.

AL MARGEN

CONSUMADO está. El actual Senador Eduardo Ramírez Aguilar es un político con suerte y muy buenas relaciones. Apenas en 2015 combatía con furor a Andrés Manuel López Obrador, luego fue secretario de Gobierno de Manuel Velasco (PVEM), en enero de 2018 se afilió a Morena y ayer domingo fue elegido como presidente de la mesa directiva del Senado, en relevo de la tabasqueña Mónica Fernández Balboa. En el camino quedaron otros cuatro aspirantes. La pinza se va cerrando. También gana Ricardo Monreal.

Ahora toca el turno a la Cámara de Diputados federal. Ahí el primer presidente de la Mesa Directiva fue Porfirio Muñoz Ledo (Morena) representante de la bancada mayoritaria; siguió Laura Rojas (PAN), de la segunda fuerza partidista y se supone que ahora tocaría a Sauri Riancho (PRI), por ser la tercera en votaciones del 2018…pero se les apareció Gerardo Fernández Noroña quien logró no sólo juntar en torno al PT una bancada mayor a la del PRI con la suma a última hora hasta adversarios de AMLO, sino hacer perder a Morena la Junta de Coordinación Política. Nubarrones de tormenta contra la Cuarta. (vmsamano@hotmail.com)