Tabasco, “ennombrado” y enredado en un “monotema”

Tabasco, “ennombrado” y enredado en un “monotema”

 Estoy engentado. Para ser más precisos “ennombrado”, que es un término que me acabo de inventar. Me explico: En los últimos meses hay un “monotema” que ocupa todas las columnas políticas e inunda las redes sociales y es el de los nombres de los candidatos a los diferentes puestos de elección popular que se ventilan en las elecciones del año que viene. Poco se habla del desempleo, de nuestra evidente desarticulación de los valores morales, de la recesión de la economía o de las inversiones necesarias para que Tabasco recupere el pulso y podamos atisbar, aunque sea a lo lejos, cual será nuestro futuro. Para unos cuantos lo único importante son los nombres y los apellidos: lo único vital es escudriñar quien, o quienes, serán los candidatos y por supuesto si son, o no, de los suyos. De estos aspirantes de ninguno/a conocemos sus programas o propuestas sino apenas algún grito, evidentemente sobreactuado, o sea no creíble, que parece de guerra, en forma de slogan. Nos tenemos que conformar con su trayectoria que se empeñan, y consiguen, empujar a los territorios de la desmemoria colectiva porque en muchos casos apestan y en otros dan pena ajena por su vacuidad que a nadie más ha servido sino al bolsillo de los protagonistas. Poco importa el bienestar de la sociedad en general, que al final repercute en lo particular de cada quien. Propongo pensar sobre esto. Reflexionar una vez al año no hace daño. Es bueno para todos, incluso para los que no están entrenados, porque pensar es someter a juicio antes de elegir. Hay quienes creen que esa meditación es innecesaria, ya que únicamente podemos escoger entre lo que nos proponen, pero el solo hecho de cuestionar las ofertas resulta beneficioso y podemos exigir a los aspirantes claridad en sus ofertas y compromisos. ¿Qué partido tomar, habiendo fallecido el bipartidismo? Antes, la cosa estaba en unos o en otros, pero hemos hecho un gran descubrimiento: hay más maneras de equivocarse. El bipartidismo ha muerto y muchos ciudadanos responsables han encontrado una buena excusa para no ir a votar: dicen que han ido al entierro, que se celebraba a la misma hora y precisamente el mismo día. El día de las elecciones, llegando la noche, estaremos hablando de otra cosa. Y nuestro futuro seguirá en riesgo. Hay que reflexionar.