También las colectividades enloquecen

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También las colectividades enloquecen

Con el aval del PAN y del PRD, se ha conformado definitivamente el Frente Ciudadano por México (FCM) que junta, en una sola coalición electoral a los mismos panistas, perredistas y al Movimiento ciudadano. Hay que alegrarse de que vuelvan a amistarse. Ojalá además de amigos lleguen a ser cómplices. El derribo del mito de la existencia de las izquierdas y las derechas  va a oscurecer las cosas que no estaban claras. El mundo sigue siendo un pañuelo, pero es insuficiente para secar sus lágrimas. Más intrigante que no saber a dónde vamos y de dónde venimos es ignorar el sitio en que estamos. Hay quienes aseguran que estamos viviendo una transición, pero lo cierto es que todo es confusión. El FCM, además, pone sobre la mesa de los panistas el dilema  de que nadie sabe si son de los suyos los nuevos aliados, porque han tuteado a los bárbaros perredistas, que siempre han sido muy suyos. Sus adversarios, especialmente MORENA, dicen que la llamada alianza va a resultar un camelo cotidiano, o sea, una mentira mayúscula. No es lo malo eso de no saber qué será de nosotros, ya que el azar es nuestra deidad, si no ignorar quiénes son los nuestros. En Tabasco, que es la parte minúscula que nos pilla más cerca, esta alianza tendrá efectos rotundos en la elección de los candidatos ya que el PRD se reserva la candidatura al gobierno del estado, pero tendrá que negociar con los panistas, y el MC diputaciones locales y regidurías, por no hablar de las diputaciones federales y las senadurías. Si siempre ha sido una batalla campal en el perredismo disputar estas posiciones desde dentro, ahora el problema se multiplica por tres. El PRD está ahora desquiciado por los cambios en su dirigencia y el guirigay de los políticos que han sido derrocados, que se han especializado en el arte de vetar a otros políticos. Si se conocerán ellos para verse obligados a oponerse unos de otros. Entre calé y calé no cabe la buenaventura, pero sí entran holgadamente los malos presagios. Hay motivos para creer que la democracia es el menos malo de los sistemas, pero también el más débil mientras los que lo profesamos sigamos siendo numéricamente inferiores a los autócratas. También las colectividades enloquecen. Lo peor cuando nos asalta la duda es no tener una almena que podamos decir que es nuestra.

Por Antonio López de la Iglesia