Telmex, la  del viejo lema <hablando se entiende la gente>, la  que  comunica e integra a los mexicanos, de Baja California a Quintana Roo, sirviendo a más  de 24,000 comunidades, la gran mayoría con números rojos, sin  los ingresos suficientes para los gastos de mantenimiento y operación, comunidades que nunca atenderían otros operadores o trasnacionales, solo interesadas en los grandes centros de negocio o grandes urbes.

Telmex, la estigmatizada por nuestras autoridades con  medidas asimétricas que le imponen penalidades y restricciones, como <empresa dominante>, al grado de obligarla a dividirse y no poder ofrecer el <triple play>, en tanto que a otros operadores les otorga beneficios.

Telmex, la que integra al país con su sistema de repetidores de microondas y de fibra óptica, enlazando sus centrales totalmente digitalizadas y que oferta la red nacional de fibra óptica más grande de México que dan comunicación y viabilidad a las empresas y respaldan el desarrollo  nacional.

Telmex, la empresa con visión social, siendo la empresa de telecomunicaciones con el mayor nivel de escolaridad en Latinoamérica, con un robusto contrato colectivo con las más altas prestaciones  y el mejor sistema de jubilaciones del mundo.

Telmex, que ha otorgado más de 244,000  becas a estudiantes, habiendo beneficiado a millones, donando equipos médicos de alta especialidad,  ha pagado fianzas a  más de 91,000 personas de escasos recursos, ha instalado más de 3,600 bibliotecas digitales y más de 9,500 sitios públicos de acceso gratuito a internet, donado más de un millón de cirugías extramuros y más de 128,000 sillas de ruedas, más una interminable lista de apoyos sociales, que desde luego no otorga su competencia nacional.