Tiempo de reflexión

Tiempo de reflexión

Ya son más de nueve meses desde que comenzó el proceso electoral. Este inició oficialmente el 8 de septiembre de 2017 y culminó el 27 de junio. Luego, del 28 al 30, pasamos al ‘tiempo de reflexión’ o, como se conoce: Veda electoral. Durante este periodo ningún candidato puede pedir el voto por él o ella. Además, se prohíbe a los medios difundir propaganda o mediciones de encuestas.

Mientras tanto el país parece detenerse en un solo grito momentáneo: ‘gooooooool”. Ese relajante grito que más que euforia parece ser un grito de petición de auxilio; un grito casi esquizofrénico de desahogo y resuello.

El Mundial de fut bol es eso para nosotros en México: un distractor de locura. Se dirá que ocurre en todos los países que participan, pero es el nuestro que con más urgencia necesitaba descargar su tensión acumulada a lo largo de los seis años recientes y a lo largo de los más de nueve meses de tormento chino-electoral.

Y ahí está el famoso Mundial, con México entregado a sus jugadores, odiando al adversario, peleándose por definir la mejor jugada, el mejor gol, el jugador más inútil, el árbitro más ‘chaquetero’ y… Todo eso en unos instantes que duran días en la discusión con familia-amigos-cuates-conocidos-. Lo importante es eso: distraerse un poco delos días aciagos que vivimos.

Y también repetiré lo dicho por el periodista oaxaqueño, Wilfrido Hernández Martínez: ‘Esta euforia también contiene un fuerte tono de perversidad’ de parte de las empresas que transmiten los juegos, que se adueñaron de las franquicias, de los mensajes comerciales y que se enriquecen con esta necesidad, llevando a que los mexicanos nos aislemos y dejemos de lado la parte esencial de nuestros días: la decisión de lo electoral. Y perversidad de gobierno que también quiere verse bajo escudo en tiempos de reproche y castigo.  

No está mal recordar por qué esto: Violencia criminal a lo largo de casi todo el país; inseguridad, desasosiego, corrupción a la vista, impunidad, pobreza y quebranto, falta de empleos, empleos mal pagados, economía informal que es desempleo disfrazado; desahucio en el campo; industria pobre y, para acabarla de amolar, luego de estos y muchos más motivos de intranquilidad…

… Están los permanentes agravios del presidente de Estados Unidos de América, Donald J. Trump, que ya se enquistó en su odio a México y lo mexicano. Y que expele acusaciones, menosprecios, ignorancias y amenazas, y que lleva a cabo muestras infamantes de su patología enloquecida, como ha sido el caso de los niños separados de sus padres y madres migrantes en EUA.

O como es que, ahora, propone a su Congreso que los migrantes que entren por la frontera con México sean deportados ipso facto; sin mediar procedimiento legal o solución en ley.

Pero también tenemos otro problema serio: que ante estas afrentas el gobierno mexicano, en un equivocado y temeroso sentido de lo que es la política internacional y la política exterior, guarda un silencio infamante para todos los que creemos en la defensa del país, no a partir de la confrontación, sí a partir de la exigencia de respeto a los derechos humanos de nuestros mexicanos en EUA, así como el respeto a la dignidad nacional y a nuestra soberanía.

No se trata de  balbuceos tímidos; no se trata de frases maquilladas de indignación; sí de resultados concretos; no se trata de mirar a otro lado mientras mexicanos son insultados y vejados fuera de la nación mexicana. Defenderlos es obligación de todo gobierno de donde proceden los trabajadores.

Y, bueno, sobre todo esto tenemos que reflexionar también, por estos días, en los que la veda nos obliga a pensar y repensar a quién entregaremos nuestro voto; quienes gobernarán a gran parte del país los siguientes seis años y quien deberá cumplir y hacer cumplir sus compromisos adquiridos a lo largo de estos nueve meses que parecían interminables.

El domingo hay que ir a votar, sí. Es el principal capital político con el que contamos los mexicanos: el voto. Y habremos de usarlo de acuerdo con la conciencia y la reflexión de cada uno.

El dos de julio, si los mecanismos para llevar a cabo los comicios funcionan de forma eficaz, cierta y transparente, y si no aparece el diablo por ahí, la semana siguiente ya sabremos de qué color será el país y qué hay que exigir a partir del 1 de diciembre próximo.

jhsantiago@prodigy.net.mx