Todo por servirse…

Todo por servirse…

En el mundo hay regímenes de gobierno “democráticos” ya agotados por su mal proceder que inciden al declive de ese instituto político del cual emergieron, consecuente con los nula rendición de cuentas a la atención de los intereses confiados por la voluntad popular, ésta que en la contemporaneidad cobra facturas al optar por una alternancia que les cubra esa necesidad de la negada prosperidad.

México no es la excepción en cuanto a que los gobiernos de cuño priista que durante gran trecho de sus primeros 71 años de autoritarismo como el reciente período sexenal único se caracterizaron por el mismo mal endémico marcado por el autoritarismo, la corrupción e impunidad derivadas en recurrentes crisis económicas, motivo por el que la sociedad fue quien siempre pagó las consecuencias con una mayor marginación hacia la pobreza creciente.

La reciente gestión de Enrique Peña Nieto como presidente de México condensó absolutamente todo el andamiaje de un corroído régimen que de una artificial prosperidad cayó en desgracia, con los indicadores de repudio jamás vistos en donde ocho de cada 10 mexicanos le reprochó el no cumplir con los compromisos.

Casos como los de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex vinculado a Odebrech, así como de Rosario Robles, ex secretaria de Desarrollo Social y además de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, en su caso por la denominada “estafa maestra”, no son los únicos casos en los cuales hubo defraudación del financiamiento público sino que se dio a todos los niveles de la administración gubernamental federal.

Las reciente elección presidencial de 2018 evidenciaron en datos duros el desprecio al PRI y no hacia José Antonio Meade Kuribreña, un candidato externo a la militancia, por el cual en su más reciente asamblea nacional -celebrada en agosto de  2017- se eliminaron los requisitos de la membresía, antigüedad y trabajo de cuadro, como una apuesta esperanzadora por retener el mando. Pero obtener 7 millones 677 mil 180 votos -de los 9 millones 289 mil 853 logrados como coalición- lo dicen todo.

Además perder las nueve gubernaturas en competencia de entonces: entre éstas Tabasco, Veracruz y Chiapas en el sureste,  y sumadas las dos de este año correspondiente a Baja California -en donde hace 30 años: 1989, vio terminar la hegemonía de la gobernanza- y una vez más Puebla en la extraordinaria, sin olvidar que ya ha empezado a ser un partido minoritario con riesgo de perder registros locales.

El Partido Revolucionario Institucional no tendrá en lo subsecuente la oportunidad de reinsertarse en la competencia por el mando presidencial de la gobernanza del país, aún menos cuando su manifestación -posterior a sus derrotas de 2000 y 2006- argumentó haberse alejado del interés ciudadano, pero que ya había aprendido la lección; una desgastada retórica que ni ellos mismos se creen cuando que a juzgar por su propia historia siempre han privilegiado el interés cupular.  

La elección interna del 11 de agosto favoreció a Alejandro Moreno Cárdenas como nuevo presidente de su Comité Ejecutivo Nacional, obtenidos de manera preliminar 1 millón 448 mil 169 votos, el 84.12 por ciento del total de los votos emitidos. Sin embargo, su contrincante Ivonne Ortega Pacheco –quien renunció a la militancia este viernes 16 de agosto- durante la campaña denunció los dados cargados hacia el campechano.

José Narro Céspedes igual renunció, pero el 18 de junio, a sus aspiraciones por presidir el partido y también a su militancia de 46 años ante las evidencias de un amaño que denunció se tuvo desde antes de la emisión de la convocatoria en pro de Moreno Cárdenas.

Narro Céspedes, ex rector de la UNAM y ex Secretario de salud, en su denuncia mediante video difundido por redes sociales expresó: “Son evidentes las muestras de que existe un preferido de la cúpula del PRI, el candidato oficial de los gobernadores y de quien fue hasta recientemente el jefe político del partido. Por si eso fuera poco, son groseros los indicios de intervención del Gobierno Federal en la misma dirección.

“No se quisieron escuchar las preocupaciones y consecuencias de usar un padrón tramposo y abultado, de favorecer el acarreo y el relleno de las urnas. Quise ayudar infructuosamente a rescatar al partido de las garras de la simulación, nunca me he prestado a ella y este no será el caso”.

El PRI, en definitiva, ni siquiera al interior en la elección de sus liderazgos es competente para celebrar procesos democráticos sino que recurre a las mismas prácticas de compra y coacción de votos que implementó ancestralmente en procesos constitucionales, recurriendo a  fraudes.

Este partido que falsamente presume ser heredero de los ideales revolucionarios de las primeras dos décadas del Siglo XX tiene como único destino, como hasta ahora, ser satélite inversamente a los tiempos cuando fue poseedor de la forzada hegemonía gubernamental del país y sus estados.

Uldárico Canto Taracena, unos de los escasos cuadros tabasqueños con arraigo y autoridad entre la ya pobre membresía reflexionó: “El PRI no será un partido democrático mientras existan militantes que le cuestionen y le encaren pruebas de sus iniquidades y conductas retrógradas”.

Si continúa la descomposición podría decantar hacia la extinción, porque figuras algunas -sin mácula de mala fama- no las tiene para competir en las elecciones de intermedia de 2021 ni en la presidencial de 2024; la puja estará sólo entre Morena y Acción Nacional.

Bitácora

¿Qué reclamaba la yucateca Ivonne Ortega quien como gobernadora tuvo un mismo comportamiento autoritario, corrupto, e impune; además de integrado a la cúpula?

eduhdez@yahoo.com