Torre de babel

No entender el mensaje que consigo ha traído el coronavirus chino para la partidocracia cogobernante mexicana, así como en el globalizado mundo del cual forma parte este país

No entender el mensaje que consigo ha traído el coronavirus chino para la partidocracia cogobernante mexicana, así como en el globalizado mundo del cual forma parte este país, y por supuesto también a la humanidad, en definitiva nada se podrá hacer en estas condiciones de una cruda realidad alejada del humanismo que le tiene rehén de sus insensatez e irresponsabilidades por sí mismas encaminadas hacia una feroz autodestrucción.

Pareciese que los contagios además de la letalidad de la pandemia, que en lo político y económico ha puesto al mundo literalmente de rodillas, no importase en colectivo cuando cada cuál cohabita en una lógica disfuncional por sus mezquinos intereses.

Todo el poderío político, económico y el tecnológico, este entrampado en el egoísmo, fueron incapaces de hacer frente a una crisis sanitaria que se vino a dar justo en la era de un hemisferio interconectado.

En México, inmerso en una agravada precariedad cada vez más pronunciada en su hacienda pública, no habrá presupuesto que alcance para fondear las  las estrategias  que debieran ser conjuntas, considerando la abierta confrontación entre el gobierno central y los de las entidades integrantes del pacto federado.

Indiscutible que se celebra llevar al ámbito de lo público el debate de las ideas y los tema fundamentales que a todos debiera interesar, pero de entre lo controversial debiera gestarse un plan integral que no lo hay para frenar la crisis sanitaria que está a nada de rebasarle.

Quieran o no aceptarlo, pero la sociedad si se siente en el abandono total ante la indefinición de quienes quieren imponer sus particulares manera de gestiona la crisis que en lo económico está en la asfixia de un decrecimiento acelerado.

El país de hoy nada tiene que ver con aquel del que se presumió en tiempos del ex presidente José López Portillo, quien convocó a administrar la abundancia a partir del petróleo, con importante auge principalmente en Campeche y Tabasco, ahora entre los más afectados al haber atado su economía,  cuando por el contrario se acentuó cada vez más la corrupción en gran escala.

A la actualidad, el panorama es lo opuesto, con un presupuesto procedente de los impuestos que no corresponden con lo que debiera recaudarse, comprometido porque un importante porcentaje se destina al pago de intereses a deudas que superan los 10 billones de pesos próximo a los 11 billones.

Una insultante irresponsabilidad de los gobernantes anteriores en los tres niveles, y también los actuales cuando no hay respuestas a los problemas de siempre; sólo que multiplicado por la creciente densidad poblacional.

Los tiempos y las circunstancias en el régimen de gubernamental autodenominado de la cuarta transformación no están en la condición para oponerse a ser receptivo a las expresiones de los adversarios que igual tienen algo de positivo; pero nada más no ceden ni unos ni otros.

Parafraseando al Presidente de México, la política que se practica no es la genuina política sino una charlatanería, ni los políticos son políticos sino unos arribistas sin oficio ni beneficio que le hurtan al patrimonio nacional.

A propósito de la emergencia sanitaria global por el coronavirus, hay en México una infinidad de personajes que se asumen como políticos, el problema es que la generalidad son asintomáticos, nacieron sin neurona alguna para asimilar tan delicada función. Como consecuencia, se no tienen los actores públicos con valores y arraigo nacionalistas para servir a la sociedad que por voluntad popular que les elige.

Así como quienes ejercen el mando federal, ejecutivo y legislativo, no entienden en esencia el propósito de la cuarta transformación cuando es evidente que contrario al combate a la corrupción e impunidad neoliberal se privilegian de las asignaciones directas, prevalen los conflictos de intereses y opacidad en el patrimonio a declarar por los funcionarios públicos. La corrupción, aunque en distintas manifestaciones, sigue habiéndola.

Una lastimosa realidad no contar con una clase política forjada en la afinidad de su esencia como para preciarse con orgullo de serlo, salvo una que otra excepción.

Sólo así se explica las razones de los por qué es que el México que logró su independencia hace casi dos siglos, desde aquel 1821 al próximo 2021,  continúa anclado en el mismo lugar. Nada ha cambiado de entonces cuando el dominio se lo disputaban centralistas y federalistas.

 La geopolítica mundial, entre estas la mexicana, está y seguirá fragmentada mientras que no entienda que urgen medidas asertivas para recobrar los aires libertad, entendiendo que la realidad que ya se empezó a vivir será otra conforme se da paso a un gradual levantamiento del confinamiento domiciliario, al que se obligó como medida extrema para evitar una barbarie de dimensiones incalculables.

Mientras que el Papa Francisco desde el Estado Vaticano convocó a los países de la elite del G8 a reorientar hacia la cruzada por combatir y buscar soluciones al covid19 todo el millonario financiamiento que destinan a los planes armamentista y guerra, en los hechos hubo oídos sordos como con los llamados a misa. Una verdadera vergüenza.

Ningún jefe de estado se tomó la molestia de manifestar voluntad alguna; un llamado que incluyó la pertinencia de exentar deudas a territorios en franca pobreza, además de decretar moratorias y levantar bloqueos comerciales a países como Venezuela, en medio de lo intereses de Rusia y Estados Unidos que se comparten el dominio político y económico mundial.

Bitácora

El covid19 rebasó a la ficción de las mentes de los escritores literarios del género y al sétimo arte, el cine en donde desembocan.

eduhdez@yahoo.com