La guerra, el dilema de ucranianos y rusos

Los jóvenes rusos y ucranianos están ante el dilema de servir a su país desde una perspectiva militar y presuntamente patriótica

Los jóvenes rusos y ucranianos están ante el dilema de servir a su país desde una perspectiva militar y presuntamente patriótica, o escabullirse de los territorios en conflicto; poner a salvo sus vidas y la de sus familiares, renunciar al compromiso moral que le fue infundido por los gobernantes por amor a su país, nación o suelo, y dejar a tras el patrimonio forjado en su lugar de origen.

Nada fácil de decidir, sin embargo. Vivir en carne propia los horrores de esta guerra es elocuente en los testimonios de quienes han escapado de la violencia y el de no saber que les espera en las horas siguientes del día a día; desde abril de este año, una marea de familias y personas de origen ucraniano se han estado aglomerando en las fronteras de México con los Estados Unidos, desde donde son recibidos por diversos grupos de ayuda humanitaria y de voluntarios de ambos países. No han dejado de tenderle las manos a estas personas, ya que buscan poner a salvo sus vidas y la de los menores que le acompaña, mujeres solas, mujeres embarazadas, familias sin padres, jóvenes solos, y personas adultas que no tienen más alternativas que refugiarse en otro país.

Hoy, gracias a las redes de internet, podemos conocer casi en tiempo real los sucesos y sentir de las personas y poblaciones envueltas en este serio problema que pone en riesgo la Paz del Mundo. El temor que manifiestan los ucranianos ante los ataques con misiles rusos, como respuesta al ataque del puente civil Crimea, ha provocado un escape masivo de personas de ambos países, hacia diverses regiones del mundo y al que nuestro país y el de los vecinos del norte no son ajenos.

Jóvenes rusos han hecho saber a los seguidores de las redes que ellos han entrado en estado de stress y temor por el llamado de las autoridades rusas para aquellos a quienes le han hecho llegar la carta donde deberán presentarse a instrucción militar, de acuerdo a las reglas de organización que tiene Rusia para estos casos. Muchos han emprendido ya la retirada de sus localidades, a efecto de no verse envueltos directamente en el conflicto bélico.

A Tijuana, México, llegan de diversos puntos, ciudadanos ucranianos: Ciudad de México, Cancún y Canadá. Ahí son auxiliados por organizaciones civiles y de migración, para brindarles alimentos, cobijo y cumplir con el llenado de un formulario. Después, son recibidos en el cruce por las autoridades estadounidenses, a quienes trasladan en autobuses dentro del territorio norteamericano, hasta los puntos asignados o de donde se podrán desplazar.

Las historias son variadas. Una familia de ucranianos que había emigrado a suelo estadounidense hace más de 30 años y que el padre de los menores después de la separación se quedara en Ucrania, al enterarse la señora de que llegaba a Tijuana escapando del conflicto, fueron a recibirlo para brindarle auxilio, dejando atrás los motivos de su separación. Bajo estas circunstancias y de solidaridad humanitaria se hicieron presente y lo llevaran con ellos para salvarle la vida.

En estos días me tocó por igual escuchar el testimonio de un asilado español, de aquellos que durante la guerra española, el general Lázaro Cárdenas del Rio, dio cobijo y apoyo humanitario a un sin número de españoles que encontraron paz y libertades para rehacer sus vidas en nuestro país; México al igual que otros países,  se ha caracterizado en el mundo por brindar con oportunidad este tipo de ayuda a personas que se ven envueltos en dificultades por acontecimientos que desintegran familias y sociedades. Hoy es Ucrania, ayer fueron muchos centroamericanos que aún permanecen en nuestro territorio expulsados por los movimientos armados que vivieron hace pocos años atrás.  México es un país de libertades que, aún saqueado por gobiernos corruptos, brinda oportunidades a quienes lo necesitan, y continuará luchando por salir adelante