UNA CORTE, CORTA EN JUSTICIA

Los mexicanos sufrimos la tragedia de padecer un Poder Judicial clasista, altanero, profundamente corrupto y antinacional, al servicio de empresas y gobiernos extranjeros, que viola la Constitución que dice proteger, al no cumplir el mandato de una justicia “pronta y expedita”.

Los mexicanos sufrimos la tragedia de padecer un Poder Judicial clasista, altanero, profundamente corrupto y antinacional, al servicio de empresas y gobiernos extranjeros, que viola la Constitución  que dice proteger, al no cumplir el mandato de una justicia “pronta y expedita”.

Son miles y conocidos los casos de inocentes o  indígenas que no hablaban castellano, con años presos y sin sentencia. Menciono a Vallarta, lleva 20 años preso por un montaje por el que ya fue liberada su supuesta cómplice, y el sigue detenido y sin sentencia, o Caro Quintero que fue liberado a los 28 años de su detención, sin sentencia, pues los delitos por los que lo acusaban tenían una pena máxima de 25 años.

El 127 Constitucional es terminante al mandar que NINGÚN servidor público podrá devengar un salario mayor que el que el presupuesto fije para el Presidente,  la suma de compensaciones, aguinaldos o cualquiera otra prestación ya sea en efectivo o en especie , y los ministros son los primeros en auto concederse amparos para continuar cobrando más de tres veces que el Presidente, violando la Constitución, y manteniendo un guardadito de más de veinte mil millones en fideicomiso al que no tiene acceso ni el Auditor Superior de la Federación, para pagar excesos como cirugías plásticas, y hay pruebas de ello.

La misma Corte que amparó a las compañías petroleras extranjeras contra la aplicación del 27 Constitucional,  la misma Corte que legalizó a los bancos extranjeros el anatocismo, el cobro de interés sobre  intereses, que llevó a la ruina a millones de familias mexicanas, la misma Corte que amparó a las compañías eléctricas españolas, la misma Corte que, usurpando funciones del legislativo, declara inconstitucional, una y otra vez, cualquier Ley que beneficie al pueblo.

Filosóficamente el último fin del derecho, es la justicia. Pero en México, nuestros jueces, no imparten justicia, mal aplican leyes.

Pues bien, como decía Shakespeare, “Something is rotte in the state if Denmark” que actualizado al castellano nos traduce “No todo está podrido en Dinamarca”. Y afortunadamente tenemos también muchos funcionarios honestos y valiosos.

Hace como 20 años, cuando fungía  como Cónsul de Guatemala en Villahermosa, la legislación de aquel entonces consideraba un delito que un migrante no contara con  una visa vigente. Esta norma arbitraria fue causa de muchas injusticias y violaciones a los derechos humanos, que me hicieron recurrir en varias ocasiones a diversas instancias, entre ellas al Senado de la República, siempre sin éxito. Finalmente el despropósito se corrigió y ahora ya está configurado como la falta administrativa que es, pero no como un delito.

Es el caso de un Agente del Ministerio Público Federal en Tenosique, que   en aquella ocasión me llamó telefónicamente  para plantearme qué podíamos hacer con cuatro mujeres guatemaltecas que tenía denunciadas y consignadas, pero que no habían cometido ningún delito, y que él tenía que consignarlas al Juez, y el Juez les decretaría el auto de formal prisión.

Por suceder esto un viernes y fin de semana, no pude hacer nada para salvar de la cárcel a estas infelices mujeres migrantes. Pero días después, este mismo fiscal federal me volvió a hablar, esta vez por 28 mujeres detenidas y en esta ocasión si pude enfrascarme en un fuerte debate con funcionarios de migración en México, y finalmente logré que retiraran las querellas interpuestas y liberaran a las desdichadas guatemaltecas.

Recuerdo que al entrar a mi casa le dije a mi esposa que iba muy contento, porque acababa de hacer no una buena obra, sino 28 buenas obras. Y el mal sabor que nos queda, es que en nuestro México, al contrario de otros países, nuestros Jueces no imparten justicia,  mal aplican leyes. Ni son buenos, ni son justos, pues ignoran el viejo principio de Ulpiano: “Ius est ars boni et aequi (El derecho es el arte de lo bueno y de lo justo)”.