Una lanza por el CIDE y la academia

Una lanza por el CIDE y la academia

El Plan Nacional de Desarrollo dedica solo unas líneas a los temas de la ciencia. Es una de las grandes ausencias del proyecto de cambio del actual gobierno: no registra el cambio tecnológico en el que México viene montado como parte de la civilización.

Desaparecerán empleos y fuentes de trabajo que nos resultan familiares hoy pero tienen contados los días, los años o los lustros. El trabajo de chofer, por ejemplo; o la industria de los medios impresos, o de las refinerías que producen gasolina.

A la ceguera del gobierno en estos temas, se añade su política austericida hacia centros de investigación y de enseñanza superior.

José Antonio Aguilar Rivera, prolífico autor de la historia de las ideas y la filosofía política, ha roto una lanza de su institución, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), cuyo funcionamiento, dice, ha sido violentado durante este gobierno con medidas de congelamiento presupuestal y rigidez administrativa.

El CIDE es uno de los centros de investigación más comprometidos con la excelencia y con tener una mirada rigurosa atenta al desarrollo de México.

La crisis inducida por la austeridad de los nuevos tiempos ha sido tal que puso la institución al borde de la huelga, sembró el embrión de un sindicato de académicos e hizo migrar a universidades publicas o empresas privadas a algunos de sus mejores investigadores. “El árbol de todos” (https://www.nexos.com.mx/?p=42647).

El lamento por el CIDE que eleva Aguilar Rivera puede oírse en todo el circuito de la investigación y de la educación superior.

El de Aguilar Rivera no es un alegato en defensa de su patria chica académica, sino de una de las tradiciones ricas de México: la del estado que invierte en educación y cultura y al hacerlo crea instituciones como la la SEP, la UNAM, el Politécnico, Bellas Artes, El Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México, el Conacyt , el CIDE.

“Las instituciones públicas son frágiles”, dice Aguilar Rivera. “Son árboles sujetos a los azares de los incendios y las sequías. Un árbol centenario puede ser talado en minutos”.

Es temporada de tala, al parecer. El CIDE es un árbol que tiene 45 años. La tala debe terminar.