Una noticia buena y otra mala: La huella

Una noticia buena y otra mala: La huella

NOTA BENE

Una noticia buena y otra mala: La huella

Vista de cerca cualquier muchedumbre, lamentamos que no sea la suma de individuos que la componen. ¿Será que el hombre es bueno y los hombres son malos? Una de las ventajas de la democracia es que todos los políticos dedican un holgado tercio de sus discursos a halagar al pueblo, entendiendo como tal a las personas comunes y sencillas, o sea, fácilmente manipulables, que no son ni turba, ni masa ni plebe. El concepto pueblo nos engloba a todos y por fortuna en los países que merecen llamarse democráticos los votos se cuentan y no se pesan. ¿Cómo es entre nosotros eso que se llamamos pueblo? El comercio tabasqueño pierde al año por hurtos 16 millones de pesos. Los que se llevan sin pagar lo que no compran, tienen la culpa de que valgan tanto las cosas que compran las personas decentes porque esas pérdidas nos los suman al precio de los productos que si se pagan. Los grandes almacenes y los comercios medianos y más chicos son iguales a la hora de tomar precauciones contra el latrocinio. Su receta es infalible: subir el precio de las etiquetas. Ya sea de las ropas, el calzado o el de las bebidas alcohólicas. Si viviera Saroyan, que era un armenio loco que amaba a todo el mundo, incluso a su mujer, con la que se casó seis veces, no sin antes haberse divorciado cinco, habría que preguntarle si creía de verdad que “to er mundo es bueno”. Los que no estamos convencidos de que Dios nos hiciera a su imagen y semejanza, ya que no es imaginable que tuviera tan mal concepto de sí mismo, andamos ahora especialmente preocupados. Siempre hay una noticia buena y otra mala, como en la vieja y tétrica historieta popular del señor que perdió las dos piernas en un accidente de circulación. Cuando le visitaron sus amigos le dijeron que tenían una noticia buena y otra mala. La mala era que habían amputado sus dos extremidades inferiores y la buena era que el de la cama hospitalaria de al lado le quería comprar sus zapatos. Ahora la buena es que el año que viene hay elecciones y la mala es que muchos quieren dejar su huella.

Por Antonio López de la Iglesia