VIAJE AL MEDIOEVO ALEMÁN

Weimar es una pequeña ciudad cuna de Goethe y Schiller con sus respectivas casas museo

En Alemania abundan ciudades medievales, con cascos antiguos  perfectamente conservados que nos permiten un verdadero viaje al pasado, recorriendo calles empedradas, casas de paredes de entramados y pinturas al fresco, torres de vigía, puertas de murallas,  increíblemente conservadas y muchas de ellas declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Cuando aún existía el tristemente célebre “muro de Berlín” y la “cortina de hierro” recorrimos gran parte de Alemania y estuvimos dos días en Bamberg,  una bellísima ciudad, al norte de Baviera, casi en la frontera con lo que fue la Alemania Democrática o socialista. A más de disfrutar de la belleza de esta ciudad única, me atrajo probar una afamada cerveza negra AHUMADA que fabrican en Bamberg, la que desde luego degustamos. En tren, y bajo gran vigilancia, continuamos al Berlín dividido en aquella época.

En otro viaje, recorrimos la llamada “ruta romántica”, en la que se visitan 29 ciudades dignas de conocerse, entre Wursburg y Fusen, al pié de los Álpes y en la frontera con Austria, donde visitamos los emblemáticos castillos de Schwangau y Neuschwanstein. Fusen en un hermoso pueblo medieval, con castillo propio y un conservado centro histórico. Como anécdota sobre la calidad alemana, allí compro Marta, hace más de  40 años, un rompevientos rojo con su cinturón, bolsita y capucha, en 10 marcos alemanes, y a pesar de su frecuente uso, el rompevientos se conserva en perfectas condiciones.

Dentro de estas  29 ciudades, están Dinkelsbuhl y Rothenburg, cuyo nombre completo es agregando  “Ob Der Tauber”, que quiere decir, arriba del rio Tauber. Esta ciudad Imperial, extraordinariamente conservada, con sus murallas completas que se pueden recorrer,  y las recorrimos,  en la parte superior, milagrosamente se salvó de todos los salvajes bombardeos de la aviación norteamericana, casas de paredes entramadas, pintadas con diversos motivos y con adornos dorados, diversas torres en el interior y en sus murallas, plazas y piletas antiguas, un verdadero viaje al pasado que difícilmente se puede olvidar.

Ratisbona, en alemán Regensburg,   en la confluencia del  Danubio y el Regen, es una ciudad con 2000 años de historia y un casco antiguo Patrimonio de la Humanidad  casi intacto, con más de 1500 edificios catalogados y dos joyas monumentales: el puente de piedra que cruza el Danubio desde 1146 y la catedral de San Pedro, con torres de 105 metros de altura.

Pero  si dejamos de lado la historia, los callejones del casco antiguo son un lugar lleno de vida, gracias a sus muchos  restaurantes  y bares.  Aquí  se encuentra uno de los restaurantes más antiguos del mundo, nada menos que de principios del siglo XII, se llama Wurstkuchl  y es famoso especialmente por sus salchichas y el chucrut, que es uno de mis platos preferidos y que siempre pido en la Mansión de Alsacia en Paris.

Weimar es una pequeña ciudad cuna de Goethe y Schiller con sus respectivas casas museo, un conservado centro histórico enlistado por la Unesco, su castillo y la iglesia de San Pedro y San Pablo y la histórica biblioteca de la duquesa Anna.

Bremen, ciudad Estado de la Liga Hanseática con su puerto al Báltico, Bremerhaven,  es una bellísima e histórica  ciudad, con un hermoso Ayuntamiento dominando una plaza medieval y una imponente Catedral con torres a 98 metros de altura, indudablemente digna de visitarse. Allí pasamos días de gratos recuerdos.

Lubeck fue la capital de la Liga Hanseática que construyeron el Canal Lubeck-Hamburgo para salvar la peninsula que culmina con Dinamarca para el tránsito entre el Báltrico y el Mar del Norte. De aquí salen los transbordadores con trenes  a todo el Báltico. Un extraordinario centro histórico que se salvó de los bombardeos pues esta ciudad fue sede de la Cruz Roja. Es una de las ciudades medievales más bellas del continente. La Puerta Holtesten y el Ayuntamiento son considerados símbolos del medioevo alemán.

Bernkastel y Cochem, en la vega del Mosela, donde se produce el más afamado vino alemán, dos extraordinarios pueblos con ferias del vino  y cascos medievales. Navegar en elegantes cruceros por el Mosela es una experiencia inolvidable.

Goslar es un pequeño pueblo  con más de 1,500 casas  de entramado, un Palacio Imperial y museos, Una joya del medioevo.

Y es difícil escoger, pero terminamos con Colonia, con más de 2000 años de historia, casas medievales de colores, su imponente catedral, el monumento más visitado en Alemania, con reliquias católicas y desde luego Patrimonio de la Humanidad. Podríamos mencionar muchas, pero el espacio es corto. Recorrer Alemania, el Ave Fenix, es acumular recuerdos que seguimos disfrutando permanentemente.