Villahermosa ayer provincia, hoy una gran ciudad (II)

Sus historias pueden ser, así, entendidas desde dos perspectivas

SEGUNDA PARTE.- Mi muy querida tía Loly Calles Broca nos entrega este tercer volumen de una crónica urbanosocial que ya ha dejado huella: “3,500 pasos. Villahermosa ayer provincia, hoy una gran ciudad”.

Sus historias pueden ser, así, entendidas desde dos perspectivas. La primera de ellas, como un ejercicio por entender los procesos de transformación que le han tocado vivir.  Aun cuando en sus escritos es perfectamente identificable un dejo de melancolía, no por ello debe desacreditarse el esfuerzo por comprender los cambios de formas sociales, de hábitos culturales y de estilos de vida que a lo largo de su vida—larga, valga la redundancia— ha experimentado. 

Una segunda perspectiva, entramada con la primera, es la de dar cuenta de identidades sociales. Los procesos de adaptación a la modernidad cultural que viven los grupos sociales citados en estas páginas generan formas de convivir grupales que terminan por crear estilos de identidad.

Rituales sociales como los concursos de belleza, los bailes de salón, los juegos infantiles en las calles, las reuniones de adolescentes en casa de alguna de ellas, y las citas de formalización de relaciones de noviazgo, no sólo facilitan la socialidad entre las personas sino que crean estilos y reglas de convivencia que terminan por aceptarse por naturales y consolidar formas “villahermosinas” o “tabasqueñas” de ser y comportarse.

Por aquí pueden ser identificados tres retos que bien podrían extraerse de la trilogía de pasos de la tía Loly.  Un primer reto es el de la continuidad.

Los tantísimos pasos que ha dado la tía Loly por varias zonas de la ciudad, así como de otras partes del país y del mundo nos ofrecen imágenes fluidas, a la vez que estáticas. Son estampas, son fotografías, pero implican narraciones que nos conducen a registrar transformaciones, cambios en el tiempo. 

Las estructuras arquitectónicas, geográficas y sociales de Villahermosa han evolucionado y entre la conformación social de los años que recuerdan estas páginas y la de hoy hay muchos procesos y muchas historias que si bien no desconocemos, no hemos cobrado conciencia de su significación histórico-social. Hay, aún, muchísimas historias por contar, que deberían ser contadas.

Por ejemplo, ¿cómo fue vivida por otras mujeres esa misma Villahermosa de la que habla la tía Loly? Mujeres de ese mismo círculo que tuvieron otras andanzas, otros intereses, que tomaron otros rumbos de vida. ¿Qué puntos de encuentro podrían tener esas historias? ¿Qué divergencias? ¿Qué más podrían decirnos esos encuentros y divergencias de lo que ha sido Villahermosa y de las formas que ha venido haciendo-deshaciendo y reconstruyendo? Pero, también, ¿qué oportunidades de vida otorgó la Villahermosa de la época a mujeres de otros círculos sociales? ¿Cuántas Villahermosas existieron en esa Villahermosa de la que da cuenta este texto? O también, ¿qué historias sobre esa época podrían contarnos hombres? ¿Vivieron, sintieron, experimentaron a Villahermosa de la misma manera que a como lo ha plasmado en estas páginas la tía Loly? ¿Son identificables y narrables estos otros rituales, los masculinos, de la misma manera en que lo son los rituales femeninos que a la tía Loly le correspondió vivir? Muy probablemente no.

Además, ¿qué nos pueden decir de procesos de socialidad similares narradores de épocas más cercanas? ¿Qué costumbres, que rituales se conservaron, cuáles se transformaron y cuáles desaparecieron? ¿Y qué significados sociales tienen esos hechos?

La crónica de la continuidad contribuiría, así, a ofrecer otros escenarios, otras andanzas, otras formas de vivir y sentir a la ciudad, otros rituales por medio de los cuales hombres y mujeres desarrollaron sus sentidos de pertenencia social y cultural, en tiempos en los que el sentido de comunidad era casi natural porque las distancias geográficas y sociales eran muy reducidas y porque, también, la movilidad geográfica no era una práctica común. Aun cuando las prácticas de interacción social y los rituales de convivencia fueran diferentes, las distancias entre unos y otros estaban permeadas de una forma de sentir y vivir la “tabasqueñidad” que las hacía parecerse mucho.

Un segundo reto que identifico para los cronistas urbanos en el futuro es el de la ruptura. Entiendo por ruptura, el proceso cultural por medio del cual una persona se involucra en otros contextos y convive con otras manifestaciones culturales, al grado que se apropia de ellas incorporándolas, en mayor o menor grado, a las propias, a las que conformaron su identidad a través de convivencias diarias en contextos ajenos a los que ahora recorre y/o habita. De esa manera, identifico dos formas en las que la crónica urbana podría cubrir el reto de la ruptura. 

La primera, daría cuenta de las percepciones de la ciudad y de la tabasqueñidad de quienes, por razones diversas, dejaron la tierra y cambiaron su residencia a otras partes de la república o del mundo. Pienso, por ejemplo, en miembros de las generaciones que en los años sesenta y setenta decidieron salir del estado para realizar estudios en instituciones educativas de otras entidades y, como consecuencia, no volvieron a residir a Tabasco. Los procesos de ajuste cultural conducen a redefinir las formas en las que se percibe, se siente y se entiende la tierra natal. ¿Cómo recuerdan estas personas a Villahermosa? ¿Qué procesos vividos en ella permanecen en sus memorias y por qué?

Si les pidiéramos que hicieran un recuento de sus vivencias en Villahermosa ¿qué narrarían? ¿Cómo lo harían? ¿Cómo influiría en su manera de percibir y recordar al terruño el hecho de haberse establecido en otros sitios y haber tenido que procesar otras formas culturales para poder integrarse a sus nuevos entornos? ¿Qué versiones de Villahermosa nos ofrecerían las mujeres? ¿Y los hombres? ¿Cómo se identifican actualmente? ¿Cómo definen su tabasqueñidad en caso de que preserven la identidad? ¿Qué diferencias podríamos encontrar entre esa definición de tabasqueñidad que se podría hallar en las narraciones de estas personas comparadas con la tabasqueñidad que encontraríamos en las páginas de la literatura urbana de la continuidad? (Prólogo al libro: 3,500 pasos. Villahermosa ayer provincia, hoy una gran ciudad. ¿Dónde están nuestras azucenas?)