VUELTA CONTINUA

El presidente y los medios, una interpretación política

El presidente Andrés Manuel López Obrador es un experimentado activista social y político. Desde su primera incursión en la lucha por el poder estuvo en la trinchera de la oposición. Así, por ejemplo, aun cuando participó en la campaña de Carlos Pellicer para el Senado en 1976, lo hizo por un candidato que postulado por el PRI en realidad era anti sistema. El propio AMLO, como dirigente del tricolor –apenas unos meses-, actuó fuera de los cauces tradicionales.

Como político en la oposición, López Obrador conoció para bien y para mal la fuerza de los medios, la importancia de la opinión pública. Para romper el cerco de la propaganda oficial en ese entonces utilizó la plaza pública, las largas y extenuantes giras por los pueblos y rancherías, pero también los pocos espacios abiertos en la radio y los medios impresos.

Uno de los amigos cercanos de AMLO en los años noventa me cuenta de la importancia que el ahora Presidente daba a la experiencia del debate de las ideas que promovieron los hombres cercanos a Benito Juárez en la época de la Reforma. Grandes periodistas hubo en aquel tiempo: Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, Vicente Riva Palacio. Como dice Paco Ignacio Taibo, combatieron con la pluma y la espada.

Pues bien, AMLO critica, discute, polemiza, con periodistas y escritores, pero también reconoce el valor de esta actividad para el presente y futuro del país. Como lo es para comprender el pasado.

FUNCIÓN SOCIAL INDISPENSABLE

Todo esto me viene a la mente cuando escucho que en una de sus más recientes conferencias matutinas López Obrador reitera su respeto a la libertad de expresión, despeja dudas y adelanta acciones: “sí va a haber un plan de contratación de publicidad para que los medios puedan salir adelante por la función social que realizan”, pero con políticas distintas, que impidan el derroche, el tráfico de influencias, y el control desde el gobierno.

En principio, dijo, se destinará a la publicidad gubernamental y pago a medios de comunicación 50 por ciento menos de lo autorizado en 2018. Serán valoradas –anunció- la influencia o cobertura del medio, su vinculación social, si se trata de una empresa propiamente dicha o si es una asociación de periodistas.

Expresó el mandatario: “nosotros tenemos que ayudar a que existen los medios de información, que no fracasen, que puedan ser al mismo tiempo fuentes de trabajo para comunicadores. Se cierra un medio de comunicación, se quedan sin trabajo quienes cumplen una función social, es importante cuidar a los medios de comunicación”.

Subrayó: “¡Que se haga periodismo que construya, porque durante últimos años se hizo un periodismo a modo!”. A modo del poder y no a modo del ciudadano.

En la Ley de Austeridad propuesta por AMLO se estableció que sólo se ejercerá 50 por ciento de los recursos autorizados en el presupuesto de 2018. Había la mala costumbre –indicó- “que autorizaban una cantidad y terminaban ejerciendo el doble o el triple”.

Puntualizó: “Esto se va entregar con toda la transparencia y con un criterio que estamos por definir, que tiene que tomar en cuenta la influencia o cobertura del medio, su vinculación social, si se trata de una empresa propiamente dicha o si es una asociación de periodistas. Desde luego no las cantidades que se destinaban anteriormente”.

Mucho ha cambiado y habrá de cambiar. La existencia misma de los nuevos avances tecnológicos que facilitan el flujo de información, las llamadas “redes sociales”, la misma decisión presidencial de promover un debate amplio y abierto, de no comprar conciencias , ni lealtades, representa un desafío para los ciudadanos. Es también un desafío para periodistas, medios, empresarios.

Ni el poder se acaba, ni las libertades desaparecen. Mucho menos los medios para ejercer libertades como la de expresión y manifestación de las ideas.