Yanga, el primer libertador de América

La población de México que al principio de la invasión, llamada colonización, se estimaba en algo más de 16 millones de habitantes

La población  de México que al principio  de la invasión, llamada colonización, se estimaba en algo más de 16 millones de habitantes, fue a tal grado diezmada que 50 años después, en 1575, cuando nos mandaron como corolario la “santa” Inquisición, apenas llegábamos a 4 millones, pero incluyendo a españoles y criollos, los hijos de españoles. De este tamaño fue el genocidio.

La minería y la naciente agricultura  requerían mano de obra y la local había sido casi totalmente  exterminada  y de la manera más brutal, y de ello nos da cuenta el sacerdote español Fray Bartolomé de las Casas, en sus denuncias hechas en España, “Brevísima relación  de la destrucción de las Indias”, un documento que todos deben conocer. Y toda regla tiene su excepción, y una es la de este cura bueno que llamó a sus paisanos colonizadores “mensajeros del diablo”.

Iniciaba la infame “trata” de negros. Los cazaban como animales en África, y los traían encadenados. Así llegó Yanga a Veracruz en 1579, como otros negros, vendido y llevado a las haciendas azucareras y alcoholeras de Córdova. Se piensa que era de la realeza, pues Yanga  o Nyanga, es un vocablo que en  Gabón, significa  “príncipe”.

Y como esclavos eran muy maltratados y obligados a largas y penosas jornadas de trabajo, algunos que lograban escapar se internaban en la selva, y eran conocidos como “cimarrones”. Yanga, tal vez por su anterior posición, tenían grandes cualidades de liderazgo,  y no tardó en hacer muchos amigos  y escapar, convirtiéndose  en el líder de los cimarrones.

Este grupo  vivía a “salto de mata”, de lo poco que podían colectar o cosechar, y de asaltos y robos en las haciendas. Hubo quejas y de la capital mandaron tropas para  localizar y apresar a estos prófugos.

Y localizaron su ubicación, y destruyeron su aldea de unas 60 casas y sus sembradíos, pero ante la diferencias de fuerzas, los cimarrones se internaron más en la selva, sin hacerles frente.

Yanga hizo en 1609 y  por  escrito un  planteamiento al Virrey: “El pueblo de Yanga solo podía abandonar la lucha si las autoridades les ofrecían la amnistía, la libertad total y el derecho de crear para él y su gente una villa con suficientes tierras para criar a sus hijos en paz y como buenos sujetos del rey y de la Iglesia; que en este pueblo no debía entrar ningún español; que el gobierno de su pueblo debía quedar en manos del mismo Yanga y que les daban un plazo de un año (es decir, hasta 1610), al cabo del cual reanudarían las hostilidades”... La Corona española aceptó.

Y el 3 de octubre de 1631 se reconoció como pueblo libre a San Lorenzo de los Negros (hoy Yanga). El 5 de noviembre de 1932 se estableció  el municipio y  que tanto este como la cabecera se denominaran Yanga.  En la Plazuela del Yanga,  se encuentra la estatua de bronce levantada en su honor. Mide unos seis metros, empuña un machete con la mano derecha, con la izquierda sostiene una caña.

Y todos los años, para  la festividad de San Lorenzo, el 10 de agosto, arranca un único carnaval afromexicano con desfiles, reinas y reyes, que termina con todo el pueblo en un gran baile. A esta festividad han invitado a diferentes embajadores y dignatarios de algunas naciones africanas.

Yanga, el primer libertador en el continente americano, que fundó un pueblo, convertido en municipio, que llevan su nombre, una comunidad libre dentro la estructura dictatorial de la colonia. Ha sido  nominado como héroe, y aquí  recordamos a ese luchador exitoso y ejemplar.