La catástrofe en Tabasco y Chiapas, una región vulnerable/especial

La intervención humana ha modificado el flujo natural del agua, que ahora dejan inundaciones

El territorio de Tabasco es una llanura aluvial del cuaternario formada por los aportes de los desagües de las montañas de Chiapas y Guatemala.

La catástrofe en Tabasco y Chiapas, una región vulnerable/especial

1) De las lluvias locales.

2) La cantidad de lluvias que caen sobre las montañas y valles centrales y lo que eran las zonas de selva de Guatemala y Chiapas, por lo que depende también de la capacidad de retención de agua de la vegetación y presas (Chixoy en el Usumacinta, Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas, en el Grijalva).

Lo que a su vez depende de las condiciones de erosión determinada por el avance de la deforestación.

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El río Mezcalapa-Grijalva está controlado por presas, pero en Villahermosa se une al sistema del río de la Sierra que no está controlado, y recibe también más adelante las aguas del sistema Tulijá-Puxcatán-Chilapa, y finalmente al propio Usumacinta antes de desembocar en Frontera.

El cuarto sistema, el del Usumacinta, tiene una presa en el río Chixoy pero su efecto de control en las tierras bajas es imperceptible.

El volumen de estas precipitaciones y escurrimientos dependen casi siempre de la dinámica de la temporada anual de huracanes (cantidad, trayectoria, fuerza, etc.) y de los frentes fríos.

En el siglo XXI además de ocurrir con más cantidad y fuerza, se han caracterizado por confluir varios fenómenos (frentes fríos y huracanes) a la vez. Se ha registrado además, que las inundaciones catastróficas coinciden con el fenómeno llamado “La Niña” (enfriamiento de aguas superficiales del Océano Pacífico a la altura del Ecuador que dura uno o dos años). 3) De las condiciones de conducción de agua de ríos y canales y de absorción tanto de la tierra como de los espacios naturales de vegetación (humedales).

Por lo que es importante el efecto de acumulación y absorción que dependen de la conservación de suelos y de vegetación original.

Su impacto en las zonas habitadas urbanas y rurales depende:

1) Del respeto o invasión de las zonas bajas inundables.

2) De la capacidad de conducción y absorción de agua de parte de los suelos y vegetación local.

3) Del azolvamiento de presas y cauces de ríos y canales.

4) Del diseño de las obras de protección.

5) Del tiempo de bajada y volumen de las aguas de las montañas y presas hasta las poblaciones.

6) De la gestión de los sistemas de protección y desagüe.

7) De las acciones preventivas y remediales de Protección Civil.

Todos los años, en el otoño, la región recibe vientos nortes del Golfo llenos de humedad y los remanentes de los huracanes del Caribe.

Por lo que todos los años hay una inundación de proporciones limitadas que originalmente se daba en la forma de “lámina de inundación” abarcando todo el territorio. Sin embargo, por las obras de control como los bordos (especialmente el del paralelo 18 o carretera Circuito del Golfo), ahora se canaliza mayormente por los ríos y canales de desagüe que dependen de sus condiciones de azolvamiento, que, en la parte del Grijalva, por las presas, ha perdido su mecanismo natural de limpieza.

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CICLO REGULAR DE 10 AÑOS

Entre los años 50 y 80 se construyó un sistema de control hidrológico de la Cuenca del Río Grijalva para liberar tierras bajas para el desarrollo agroindustrial de producción intensiva (Plan Chontalpa) y para evitar inundaciones catastróficas.

Se trató básicamente de 4 grandes presas (Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas) y bordos y canales en la planicie. A nivel local en la planicie las obras de exploración y explotación petrolera del boom de los años 70 y 80 distorsionaron la dinámica hidrológica con múltiples obras como canales, bordos, caminos, rellenos, gasoductos y oleoductos, realizados sin una planeación central.

Además, el acelerado proceso de urbanización por el boom petrolero desató una especulación inmobiliaria que se agudizó en los años 90 sin respetar los vasos reguladores y pasos de agua tradicionales; a esto se suman procesos de colonización popular espontánea, distorsionando los cursos de agua y exponiendo a los nuevos asentamientos a las inundaciones.

Las inundaciones extraordinarias o catastróficas dependen de un ciclo irregular de 10 años de temporadas fuertes de huracanes, que el descubridor, José. N. Rovirosa, relacionaba con las manchas solares. Ahora, se ha podido ver que coinciden con el fenómeno de la Niña.

Ha sido notorio que desde 1995 ha habido más huracanes y más violentos en el Atlántico y el Caribe, y en tanto que básicamente su formación depende de la temperatura superficial del agua del Océano Atlántico, puede suponerse que es una manifestación del Calentamiento Global o Cambio Climático.

Este período se ha caracterizado también por la confluencia de efectos de tormentas tropicales o huracanes desde el Oriente y los de Frentes Fríos desde el norte y el aumento de volumen de las lluvias puntuales locales. (El autor es investigador universitario. Continuará: Cronología de un evento y proyectos hidrológicos. El texto corresponde al “Informe para el Programa Universitario de Estudios de la Ciudad PUEC, UNAM”)



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