Notas de un maestro de escuela, los amigos y los libros

Anécdota con recuerdos pícaros es el encuentro que tuvimos además de presentarles a mi madre

Notas de un maestro de escuela, los amigos y los libros

AMPARITO

  • Consuelo Del Valle es mi amiga desde hace más de 30 años, conversadora divertida y maestra comprometida. Hija del maestro Víctor y doña Amparito, heredó  lo mejor de los dos. Hace días tuve el privilegio de visitarla. Saludar a doña Amparito fue harto agradable. Sus reclamos por no visitarla me conmueven y me llenan de ternura. Pese a los embates de la enfermedad ella se conserva lúcida y con ese sentido del humor exquisito e intacto.

Recuerda con exactitud charlas que tuvimos hace muchos años y las disfruta como la primera vez, después de eso viene otra vez el reclamo por mi ausencia. Pero una anécdota que recuerda con gesto pícaro es el encuentro que tuvimos y les presenté a mi madre.

Madres contemporáneas, pronto entablaron conversación. Parecía que se conocían de años. De repente, doña Amparito, en amistosa  confesión, dijo a mi madre: “Pero, Gama, su hijo, es medio “maleante”. “¡Nooo, mi hijo no es lo que usted dice!”, respondió mi madre, con rostro serio y voz molesta.

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Amparito, divertida, recuerda eso y muere de risa. Me encantó saludarlas y prometo visitarlas. #LoQueViveElQueLee

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LA SEÑAL 

Eran días difíciles en la chamba, yo acababa de perder mis anteojos, en lo personal también había desencuentros. El malhumor, el hastío hacían hospedaje preferido de mí.

  • Una mañana de esos días, camino al trabajo, a la orilla de la carretera, como alucinógena aparición, mis ojos vieron un enorme garrobo rojo brillante con grecas negras. Reduje la velocidad, contemplé extasiado aquel animal, mientras a vuelta de rueda pasaba a su lado. No se inmutó, seguí mi camino feliz por el hallazgo, kilómetros adelante lamenté no haber tomado una foto de semejante espécimen, pero pronto me resigné, mi estado de ánimo cambió; la aparición aquella era una señal de buena suerte, no podía anunciar otra cosa y a partir de ese momento fui un hombre feliz, arrojado, pero reflexivo, meticuloso, pero alegre. 
  • Y en esos animosos andenes enfrenté los días malos con preclara inteligencia y simpático humor. Las nubes del desasosiego desaparecieron y un sol diáfano, de bienestar, se hizo presente. El garrobo rojo de grecas negras siempre estuvo presente. Sí, sí, fue una señal, una bendita señal, me decía yo en raptos de fe y vivía instantes felices...
  • Ayer me compré mis lentes, y hoy por la mañana, camino al trabajo, recordé la poderosa señal del garrobo rojo de grecas negras y puse atención, no avancé mucho y vi, a la orilla del camino, enredada en una varilla, una cinta roja con letras negras que hacían la silueta de un garrobo rojo con grecas negras.

ZOMA DE GUERRA

  • Cuando comenté que me tocaba ir a la escuela Álvaro Obregón en el Poblado Once de febrero, me dijeron que iba yo a Irak, que en esos tiempos eres zona de guerra. “Los maestros se  la traen de las greñas, los alumnos son tremendos y los padres peor”, fue el informe animoso que me dieron. Yo llegué pertrechado de optimismo, de buenas intenciones y del humor, a veces simple, a veces burdo, pero siempre alegre, que siempre me ha salvado.
  • A los pocos días llegaron amigos entrañables e Irak ya no fue. Y como siempre se va haciendo camino con padres, maestros y alumnos. Irak nunca más. Desavenencias, desacuerdos, son parte del andar, pero siempre habrá manera de sortearlos o enfrentarlos cuando no dejan otro camino, pero siempre pa’lante. Y así, después de salidas esporádicas para trabajar en otros espacios de manera temporal, pero siempre volver, volver con los mismos ánimos, con brazos y mente abiertas e integrarse otra vez.

Tantas anécdotas, tantas historias que hicieron de mi corazón una bolita y en las que traté de poner algo de mi pa’ hacerlas menos dolorosas. Pero también cuantas historias de alegría, de bienestar que disfruté con gusto infinito.

Y así se fueron 17 años, y así fue mi despedida. Me voy a otra escuela, pero esta que hoy dejo la llevo en mi corazón. Jamás los voy a olvidar y ellas y ellos lo saben. Estoy, aún en la distancia, para todas y todos, eso también  lo saben.  Gracias infinitas.




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