Un día como hoy, Tabasco vivió la peor de sus tragedias, la más histórica de todas las décadas donde la solidaridad tanto de los tabasqueños, como connacionales y del extranjero, se hizo presente.

Por varios días, el medio de transporte cambió de terrestre a acuático, una la lancha con motor fuera de borda, era tomada en la avenida Gregorio Méndez y Agustín Ruiz de la Peña, a una cuadra de la “subida” a Pagés Llergo, lo decía todo.

Al fondo, agua y más agua. No se alcanzaba a ver más que eso y casas bajo el líquido verde, en partes negro, postes y cables casi a ras de los rescatistas de las personas que quedaron en sus casas.

El monstruo de la naturaleza sobrepasó las expectativas. Once calles horizontales y once verticales con profundidades entre dos y tres metros eran testigos y prueba de la peor inundación en la capital tabasqueña.

Malecón Carlos A. Madrazo unido con el río Grijalva, Constitución, Pino Suárez, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Doña Fidencia, Juan Álvarez, Eusebio Castillo, Javier Mina, Gil y Saenz y Domingo Borrego por un lado y por otro, Ruiz Cortines, Lamberto Castellanos, Pedro Fuentes, Lino Merino, Sánchez Magallanes, Gregorio Méndez, Matamoros, Hermenegildo Galeana y 2 de Abril, Ocampo, Arista y Paseo Tabasco, estuvieron bajo el agua...  

Saturaban cadenas de autoservicio  

El gobernador del estado llamaba a la ciudadanía en general a no caer en ‘compras de pánico’ ante la adversidad meteorológica que se vivía en la entidad.

El mandatario señalaba que existía abasto de comida para un mes, cuando las lluvias se podían ir en menos tiempo, motivo por el que afirmaba que no era necesario abarrotar los autoservicios.

Lo anterior porque los habitantes acudían desenfrenadamente y sin medir las consecuencias a realizar sus compras en las grandes tiendas, pues lo que veían en las noticias les causaba temor de desabasto.