Tabasqueños se solidarizan y llaman a ignorar rumores
Septiembre 22, 2017 - 11:31 a.m.
Cadenas humanas, incluidos tabasqueños reparten víveres y recogen escombros
Tabasqueños reflejaron su solidaridad con el centro del país a través de la ayuda material y humana que recibieron desde el terremoto del 19 de septiembre, pues muchos jóvenes respondieron al llamado de los miles de capitalinos afectados.
Asociaciones civiles, instituciones y particulares no han dejado de ayudar a la capital de la nación, tal es el caso del grupo de 12 rescatistas del estado de Tabasco que partieron en auxilio de Morelos y Puebla.
La Ciudad de México registra cientos de personas pidiendo ayuda. Los jóvenes juegan un papel importante en esta etapa de la capital, pues son ellos quienes permanecen con botes y cartulinas recepcionando las cajas de víveres.
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“México ya no es el mismo”, argumentaron en el Zócalo capitalino, debido a la angustia y el terror del fenómeno natural que dañó más de 38 edificios, según el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera.
En cada esquina y avenida hay voluntarios, quienes forman cadenas humanas para transportar las cajas de leche, latas y botes de agua, a fin de agilizar las acciones y la llegada de la ayuda a los más necesitados.
El Centro Histórico ya no es el mismo, pero cientos de personas se han organizado para evitar que los peatones se acerquen a los edificios dañados para evitar algún accidente que cobre la vida de alguna persona.
Ámsterdam, Donceles, Condesa, Liverpool y Reforma registran diversos comités, quienes se organizan en grupos de 10 para distribuirse en diversos sitios de la ciudad a fin de ayudar.
Cualquier persona puede identificarlos: utilizan cascos, chalecos, botas y preguntan cómo pueden ayudar en la crisis.
En cada edificio derrumbado se instalan centros voluntarios, donde las personas se organizan para el transporte, canales de comunicación y hasta para levantar escombros, donde cada dos horas se hacen cambios, para que puedan resistir las personas que llegan a ayudar .
Un país que se une en la desgracia
Las calles de la Ciudad de México se apagaron, cientos de edificios tienen daños estructurales: la historia de aquel 19 de septiembre de 1985 se repitió.
La Zona Rosa cerró sus puertas, nadie festeja y nadie camina en las calles de adocreto; la incertidumbre se vive en cualquier rincón de la ciudad más extensa de todo el país.
Más de 200 personas perdieron la vida por el terremoto de 7.1 grados, sin embargo, entre la desgracia y el llanto, toda una nación se unió para levantar los escombros que se registran en la ciudad.
El temblor no escatimó posición social. Desde La Condesa hasta Tlalpan registran daños, los edificios más viejos no aguantaron y colapsaron, generando una crisis en un lugar que hace 32 años tuvo que enfrentarse a la misma situación.
El escritor mexicano Carlos Fuentes describía la calle Donceles como un sitio totalmente histórico, pero desde hace más de 50 horas todo cambió, pues ahí, justo en el lugar donde muchas veces se inspiró, sólo se detecta la presencia de bomberos y personal de Protección Civil que permanecen acordonando la zona.
La línea 12 del metro que comunica a las calzadas de Tlalpan y Taxqueña, transportan a hombres y mujeres con cascos y picos, pues acuden al llamado de la unión humanitaria que podría regresar la esperanza a quienes la perdieron desde la tarde del 19.
La lluvia no cesó el trabajo de la población, quienes bajo la lluvia y una temperatura fresca de 19 grados, continuaron en la cadena humana que realizaron para transportar la ayuda que llega de diversos países.
La Ciudad de México se vuelve muda cuando los miembros del Ejército Mexicano alzan el puño, nadie puede moverse ni hablar, pues un ruido entre los escombros puede ser la seña de vida de algún mexicano. El capitalino permanece solidario, al igual que todo un país, y la nobleza se ve reflejada en aquellos que ofrecen su profesión sin nada a cambio.
