Por qué el respeto es vital para la convivencia entre comunidades religiosas y LGBT
Crece la aceptación de la comunidad LGBT 1% en cada generación
En México, más del 75% de la población se declaró seguidora de algún culto religioso, según una encuesta del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). En contraparte, IPSOS, empresa de investigaciones de mercado, en su encuesta de visibilidad y percepción de junio de 2021, reveló que el 11% de la población mexicana se identifica como miembro de la comunidad LGBT.
A pesar de ello, en México, la gente perteneciente a la comunidad LGBT figura entre las principales víctimas de desapariciones forzadas y como personas que carecen de acceso fácil a la justicia. No obstante la creciente aceptación de este sector, siguen sucediendo hechos injustos donde en ocasiones como resultado logran obtener un avance en favor de sus derechos.
Tal fue el caso Pavez vs Chile, en 2007, donde la religión, una colectividad predominante, se encontró en controversia con la comunidad LGBT. En Chile, donde la educación pública incluye una formación religiosa, la profesora Sandra Pavez fue removida de su cargo de docente por su orientación sexual, bajo la justificación de tener "aptitudes inmorales".
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Posteriormente, tras doce años de lucha, la profesora logró llevar su caso, hasta el año 2019, a la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH). Esta corte en 2021 resolvió que los derechos elementales de igualdad y no discriminación de la profesora habían sido violados.
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La controversia abrió un debate dentro de las instancias religiosas sobre si los profesores debían compartir las mismas ideas de culto y valores de éstas. Cuestionamiento concordante con los principios del Papa Francisco, erigido en 2013, quien en una conferencia de prensa expresó "si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?".
Previo a las declaraciones del Papa Francisco, la iglesia siempre se había mantenido en contra de la aceptación a la comunidad LGBT por ser opuestos a sus principios y costumbres. Sin embargo, actualmente, ambas comunidades tienen que convivir, y con los derechos humanos respaldados por las grandes instituciones es importante hacer presentes los valores de respeto y tolerancia. Asimismo, tener conciencia de la libertad de culto y el derecho a la no discriminación como principios inquebrantables que benefician y refuerzan los buenos lazos entre las diferentes comunidades.
Un ambiente de respeto y cordialidad es el ideal para lograr una sociedad sana, segura e incluyente. De modo que la comunidades LGBT y religiosas, el sector educativo, gobierno y sociedad en general deben trabajar en conjunto para lograr políticas de respeto para todas las comunidades.