El camposanto

El libro Corazón del pueblo: El camposanto, obra del escritor Heberto Taracena Ruiz, me puso a pensar en una serie de fragmentos poéticos referidos a panteones, sobre todo, los escritos por el peruano César Vallejo en Los heraldos negros. Así comienza el poema "El pan nuestro": Se bebe el desayuno... Húmeda tierra / de cementerio huele a sangre amada.

El camposanto

El libro Corazón del pueblo: El camposanto, obra del escritor Heberto Taracena Ruiz, me puso a pensar en una serie de fragmentos poéticos referidos a panteones, sobre todo, los escritos por el peruano César Vallejo en Los heraldos negros. Así comienza el poema "El pan nuestro": Se bebe el desayuno... Húmeda tierra / de cementerio huele a sangre amada.

Durante la presentación reciente de Corazón del pueblo: El camposanto, celebrada en el municipio de Cunduacán, presté atención a los comentarios a propósito de la obra de Taracena Ruiz, escritor tabasqueño y cuya trayectoria se traduce en la impresión de 15 libros.

Esta obra cronística y cartográfica está enfocada en el camposanto municipal de Cunduacán, antiguo Cimatán. El autor se dio a la tarea de recoger en un libro no solo los nombres de cada uno de los difuntos, sepultados aquí, sino de hacer un alto en algunas de las anécdotas con relación a los inquilinos eternos de este panteón.

A través de permanecer en el sitio en diferentes momentos, de caminar entre pasillos, de observar características especiales en algunas bóvedas, y del diálogo con sobrevivientes y cuyos familiares yacen aquí, Taracena Ruiz construyó un puente escritural y testimonial entre los sepultados y los que aún viven y radican en Cunduacán, la Atenas de la Chontalpa.

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Al menos, el escritor y notario, enumeró y enlistó unas 2 mil 640 tumbas, y unos 3 mil finados en este recinto localizado en la periferia de la municipalidad. Por cierto, sobresaturado.

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En los últimos años, el autor de "40 años de gratitud a Jalpa de Méndez", tomo I y II, ha impulsado el rescate de la historia local, y más en su natal Cunduacán. Lo ha hecho desde la crónica, el comentario, la opinión, el ensayo, la poesía y desde la claridad escritural, es decir, desde el diálogo ameno.

Esta vez, mientras los asistentes disfrutaron de dulces típicos y pozol y prestaron atención a los comentarios de los presentadores y del propio autor, no solo sigo pensando en la tradición literaria que ha construido puentes entre literatos y camposantos, sino también en la producción variada de este escritor tabasqueño. Si bien existen escritores que se toman sus tiempos (años) para publicar, Taracena Ruiz no lo pierde y se traza en lo inmediato una nueva obra. Aunque en las horas del día desempeña el rol de notario y columnista, y pese lo difícil que parezca, logra auto robarse este mismo tiempo para estar con la familia y escribir en la clandestinidad. No estaría de más que quienes se dedican a la escritura aprendieran un poco de él, de aquello que llaman disciplina o rigor escritural.

Como todos los libros de Heberto Taracena Ruiz, estos se imprimen de una manera artesanal y de fácil acceso a los lectores. Como bien dice, se logra con base en la suma de esfuerzos y de amigos que le dan facilidades para llevar el manuscrito a buen puerto. En 2023, por ejemplo, se dio el tiempo para escribir y publicar poemas japoneses, un poemario que tituló: Aproximaciones a Haikús I; así como en 2022 que publicó el número III de Raizales, anécdotas de la región.

Así avanza la vida de Heberto Taracena Ruiz, siempre preocupado y ocupado por dejar constancia, con base en la escritura, de su paso por este mundo, y más por de la Chontalpa.

@Librodemar




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