EL HOMBRE QUE CUIDA UN TESORO

Jalpa De Méndez.- Esta leyenda también jalpaneca, sucede en la comunidad de Galeana segunda sección. En tiempos que el lugar era una hacienda de nombre “Santa Rosa”. Relato que nace de voz de campesinos más viejos del lugar y transmitidos por sus abuelos. Se habla de que en este lugar se aparece un hombre muy raro, el cual sale de dentro de los árboles de cacao y plantas de guano con una vestimenta negra como la noche y que lo único que hace es sentarse en el tronco de los árboles en posición siempre de estar mirando el cielo. Pero la persona que caminaba y se lo encontraba al querer hablarlo tomaba la actitud de retirada metiéndose nueva mente entre los matorrales. Ante este hecho bastante raro, los lugareños tomaron la decisión de no pasar por el lugar porque se trataba de un loco o de alguien que andaba huyendo de la justicia por algún problema.

Un día un campesino, creyó que era un ratero y de inmediato habló a la policía del lugar, los cuales llegaron a la cita e iniciaron la búsqueda del extraño hombre sin poderlo encontrar. Pasado el tiempo y con las apariciones extrañas, los habitantes del lugar tomaron la decisión de ir por un curandero o brujo, quien en acuerdo con ellos decidió ir al lugar a media noche para saber de lo que se trataba y lo que estaba sucediendo, cosa que sucedió. 

El hechicero lo primero que hiso fue hacer una serie de rituales para saber el extraño caso de la aparición. Fue de esta forma que llegó a la conclusión de que era un alma que anda penando y que lo único que hace es cuidar un tesoro que está enterrado en algún lugar de la comunidad. Y las apariciones es para encontrar a la persona a quien tiene que entregarle el tesoro y lo pueda desenterrar para su riqueza. 

La explicación de que sigue saliendo hasta estos días, es que, todavía no ha encontrado al indicado o quizás todavía no ha nacido el infortunio.  La historia oral sin duda alguna, sigue siendo una fuente de riqueza para el acervo cultural de Tabasco. 

LA LUZ QUE SALÍA POR LAS MADRUGADAS

Cuentan los habitantes de la colonia La Pera del municipio de Jalpa de Méndez, que cuando esta era una pequeña comunidad y no existía la luz eléctrica, las calles no estaban pavimentadas y que solo existían trillas o brechas era muy difíciles transitarlas, que solo se podían hacerla a pie o caballo sobre todo por las noches y madrugadas en la que tenían que trasladarse a otro pueblo vecinos. Justamente, en estas condiciones cuentan los testigos, era seguro ver como luna no daba luz a su esplendor y que justamente en ese momento salía una luz de fuego en forma de bola la cual recorría toda la comunidad al grado de bajarse al suelo, lo cual ocasionaba que los caballos comenzaran a reparar y tirar al suelo a los jinetes, al mismo tiempo los perros ladraban desesperadamente advirtiendo un peligro, ritmo de bullicio al que lo seguían los coyotes bullendo en sus madrigueras. Al mismo tiempo que sucedía este hecho “macabro” podría decirse, los árboles en su copa alta tomaban fuego, mientras que los caminantes nocturnos no podían ver con exactitud lo que pasaba, ya que las fuertes llamas de la bola quemaban sus pupilas. 

Este acontecimiento tan raro, llegó a pensarse por los abuelos sabios del lugar que se trataba de un ritual en el que se curaba a alguien poseído por el diablo. Fue entonces que los lugareños se organizaron y tomaron la decisión de ir a ver al sacerdote del pueblo, mismo que les dijo, que para que dejara de salir esta bola de fuego que los atemorizaba, era necesario construir una iglesia en honor a la Santa Cruz justamente en el lugar donde se presentaba la acción sobre natural. 

Como obra divina los habitantes construyeron al poco tiempo la iglesia y desde ese momento tal aparición “siniestra” dejó de aparecer por el lugar.