Alumnos con punto rojo

El maestro saliente me recibió fuera del salón, me entregó el borrador y un gis, y la lista de los alumnos del grupo

EN UN CAMBIO DE ESCUELA que me dieron en el año 1999, me tocó un grupo de tercer grado (telesecundaria). El maestro saliente me recibió fuera del salón, me entregó el borrador y un gis, y la lista de los alumnos del grupo. "Te marqué con punto rojo a los alumnos difíciles, los relajientos, con los que no vas a poder", me dijo ayudándome a tener una visión general y adelantada de los integrantes del grupo. "Gracias", le dije socarrón. Cerré la lista, y me dije a mí mismo que no me iba a asomar a ella hasta tres días después, para conocer al grupo sin prejuicios. Y entré al grupo.

NO SÉ DE DÓNDE viene la teoría de los tercios en educación. Claramente es una aventura de la estadística. Pero si tomamos en cuenta lo que se dice del número "tres" como el número perfecto o cabalístico, entonces como que tiene mucho sentido. La escuché por primera vez en Mérida Yucatán en el 2002. Me habían invitado a formar parte del grupo de asesores en el programa de Escuelas de Calidad (PEC) en Tabasco. Y acepté porque me aseguraron que el trabajo era 90 por ciento campo, y solo el 10 por ciento oficina para rendir informes. Entonces como primera actividad nos programaron capacitación regional sureste en Mérida. Y allí le escuché al maestro en jefe de capacitación tres conceptos fundamentales que al escucharlos por primera vez me parecieron buenos, por lo novedoso en mí. Este era el de los "tercios", el famoso "FODA", y el tercero era sobre los "paradigmas".

EL DE LOS "TERCIOS", a grosso modo refiere que de treinta alumnos, diez trabajan muy bien, otros diez trabajan bien, y los otros diez andan entre regular y mal. ¿De qué sirve saber o intuir esto? Nos ayuda de manera directa -y verificado mediante un examen diagnóstico- saber que los primeros diez alumnos sacarán buenas calificaciones independientemente del maestro que les toque, porque ya tienen el hábito de estudiar, tienen el reto personal de sacar buenas calificaciones y sus padres o hermanos mayores están pendientes de ellos y les ayudan. Así que despreocupémonos de ellos. Se nos reduce a veinte el reto de aplicar nuestras estrategias de enseñanza. Los siguientes diez se esfuerzan, y ponen atención y cumplen con las tareas y con poner atención. Ah, pero tenemos los siguientes diez, que son inquietos, tienen regularmente problemas en su casa, no ponen atención, y a veces cumplen con las tareas y a veces no.

SÍ, ENTIENDO QUE eso todos los maestros lo saben. Que el examen diagnóstico pone a la vista del docente los datos para que él programe y dosifique de acuerdo a esos resultados. Solo que la diferencia de los docentes está en la actitud que asumen ante dichos resultados, y sobre todo ante los alumnos del extremo  que se encuentran siempre entre el 5 y el 6 de calificación. Porque con los otros veinte el trabajo es fácil.

AQUÍ ME DETENGO para decir que siempre habrá en los grupos aproximadamente el 33 por ciento de alumnos que más nos necesitan con los que hay que empatizar para liderearlos. Por supuesto, sin abandonar a los otros, motivándolos a seguir en esa ruta ya trazada de cumplir y aprender con alegría. Solo que el reto que tenemos es con los diez del extremo, que molestan a los otros, que toman sin permiso útiles de los otros, que van al baño y se tardan, que piensan en otras cosas mientras el maestro se desgañita explicando. Son estos los que nos necesitan, donde más urge nuestra intervención, nuestras estrategias. (Seguiremos con el tema)