ALVARO OBREGÓN, EL CAUDILLO DE LA REVOLUCIÓN III
Los opositores no ven otro camino que el golpe de Estado
Álvaro Obregón, el caudillo revolucionario, se retiró a La Quinta Chilla a su pasión de sembrar garbanzo, trigo y algodón. Mientras tanto, el General Plutarco Elías Calles lleva a cabo una trascendente tarea creando instituciones como el Banco de México.
Calles intenta dar plena vigencia al 27 Constitucional y en 1926 envía al Congreso su iniciativa de Ley Reglamentaria que en materia petrolera ordena que solo la Nación pude explotarlo pero en un transitorio reconoce que habiendo Concesiones anteriores a la promulgación de la Constitución, las empresas podrían seguir explotando los pozos concesionados hasta su total agotamiento, pero no podrían perforar ningún nuevo pozo.
La Embajada de Estados Unidos protesta infructuosamente, pero los Caballeros de Colón, secta norteamericana, en su convención en Pensilvania emite una protesta de que en México no existe libertad religiosa y por tanto no debe respetarse su Constitución.
Seguidamente el Arzobispado mexicano replica esta protesta y la repiten en sus sermones los curas.
El gobierno no puede permitir que extranjeros vengan y hagan llamados a que no se respeten las leyes en este país, y deporta a curas españoles que lo estaban haciendo.
Ante estas deportaciones, el arzobispado, con autorización del Papa, ordena el cierre de los templos y la suspensión de la impartición de los sacramentos. Calles no cerró ningún templo ni persiguió a la iglesia. Deportó a curas españoles irrespetuosos a nuestra Constitución.
Así comenzó el “rápido y furioso” de aquella época y llegaron los pertrechos para armar a los cristeros al grito de “Viva Cristo Rey”, que en realidad era un “Vivan las petroleras”
Ante las matanzas realizadas por el ejército, el presidente Calles dobló las manos modificando su iniciativa con la frase ”Salvo contrato de arrendamiento” que permitió continuar las perforaciones, y el Arzobispado inmediatamente emitió un comunicado de que ya no había conflicto religioso.
En esas circunstancias el Caudillo expresa su deseo de regresar a la Presidencia y el Congreso modifica la Constitución alargando el período de 4 a 6 años y permitiendo la reelección pero no en forma continua y Obregón lanza su candidatura.
Dos Generales, nacidos en las huestes obregonistas, Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez, lanzan también su candidatura, con partidos antireelecionistas, y ante la apabullante superioridad de Obregón, se dedican a burlarse de él y denunciarlo como delincuente. Serrano dice del que fue su jefe “ya ni sus chistes tienen gracia”.
Los opositores no ven otro camino que el golpe de Estado, y Serrano estructura un plan para que en una Práctica Militar, el primero de octubre de 1927, programada en Balbuena a la que asistirían Calles, Obregón y Joaquín Amaro, se asesinara a los tres.
A última hora el plan es descubierto y ante la inasistencia de Calles y Obregón la tropa se declara en rebeldía en Balbuena y marcha rumbo a Texcoco donde la comandará Arnulfo R. Gómez, quien es batido y fusilado en Coatepec tras un Consejo de Guerra.
Francisco Serrano, autor del plan, es aprehendido en Cuernavaca al día siguiente, 2 de octubre y un día después asesinado en Huitzilac, junto con sus acompañantes, cuando en realidad, como militar, debió haber sido sometido también a un Consejo de Guerra o a un juicio civil.
El Caudillo sobrevivió a decenas de atentados y siempre rechazaba guardias repitiendo aquella frase “cuando alguien quiera cambiar su vida por la mía, nadie lo va a detener”.
Y ese alguien fue el fanático José de León Toral, armado por el clero, siempre enemigo de México, que aquel 17 de julio de 1928, unos días después de haber sido declarado Presidente Electo, en el restaurante la Bombilla, con su habilidad de retratista, se acercó a diputados y finalmente al Caudillo al que asesinó.
Para evitar suspicacias, el Presidente Calles integró una Comisión Investigadora formada por los más reconocidos obregonistas y poco adeptos a él. Este es un fragmento de nuestra historia de caudillos y traiciones.