América Latina se pinta de izquierda

Las elecciones del año que empieza anticipan triunfos de izquierda en Colombia

El canciller mexicano Marcelo Ebrard fue a Chile a buscar una mayor integración latinoamericana con el presidente electo de izquierda, Gabriel Boric.

Fue también a entregar la presidencia de la Celac al presidente argentino, Alberto Fernández, quien en la reunión previa del organismo en nuestro país decretó creado el eje político Buenos Aires/México, cosa nunca vista en tiempos recientes.

La Celac, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, no incluye a Canadá ni a Estados Unidos, pero sí incluye a Cuba, justo lo contrario de la OEA, a la que la Celac quisiera desplazar.

Antes de las elecciones de Chile había ganado la presidencia de Perú un personaje, Pedro Castillo, al que también habrá que considerar de izquierda, muy estimado por el presidente López Obrador, al punto de haberle enviado una misión para ayudarlo en su gobierno.

Las elecciones del año que empieza anticipan triunfos de izquierda en Colombia, con Gustavo Petro y en Brasil, con el posible regreso de Lula…

Quedarán en el continente pocos gobiernos de centro o liberales: Ecuador, Paraguay, Uruguay, Costa Rica, Panamá.

La pandemia y su crisis han inclinado el péndulo político hacia una especie de nueva marea rosa latinoamericana, aunque distinta de la anterior al menos en tres aspectos.

Primero, la nueva marea de izquierda incluye dos dictaduras más: Nicaragua y Venezuela. En la primera marea estaba sólo Cuba. Las dictaduras han avanzado en la izquierda continental, y en la Celac.

Segundo, los nuevos gobiernos de izquierda no tienen un horizonte de crecimiento económico, ni un boom de materias primas como el que acompañó la primera ola. Llegan con las economías gastadas y contraídas.

Tercero, México forma hoy parte activa de la ola de gobiernos latinoamericanos de izquierda, que quieren batir al neoliberalismo desde la legitimidad de sus triunfos democráticos.

No hay en esa nueva ola de gobiernos de izquierda, empezando con México, una visión clara de cómo hacer crecer la economía, ni de cómo combatir la desigualdad.

Tampoco hay un compromiso muy claro con la democracia, pues la nueva marea tiene tentaciones populistas y tolera fraternalmente las dictaduras de izquierda del vecindario.

En el nuevo ciclo latinoamericano rechinarán por igual el mercado y la democracia.