OPINIÓN

Apuntes sobre el discurso del emprendimiento
28/08/2025

Narrativas de autosuficiencia


Hoy me preguntaron qué pensaba sobre el emprendimiento. En la época posmoderna, desde el fenómeno de Silicon Valley, los medios hegemónicos y las RRSS pretenden perpetuar que innovar, emprender y el emprendedurismo, son únicas alternativas a nivel ciudadano para el progreso o independencia económica. Esta narrativa pretende suprimir el carácter de los derechos constitucionales, la educación y la planificación de vida (con toda la complejidad que conlleva).

El concepto de emprendimiento está aculturado simbólicamente en los imaginarios colectivos del mundo occidental –y de México-. Esta narrativa es la evolución adaptativa del discurso del American Dream; encarnado en el heavy thinker y el self made man (pensador contundente y hombre autoconstruido o liberado). Ambos son mitos fundacionales en los EEUU que se desenvolvieron gracias al puritanismo, reformismo y protestantismo. Esta narrativa, construye una significación que hace pensar que el individualismo y la competencia nos librará de toda carencia social. ¿Qué problema hay con este discurso? Sostendré que el Estado son esferas-conjunto mutuodependientes de vínculos interinstitucionales, interculturales e interciudadanos que permiten desarrollarse en sociedad y, antropológicamente, el Estado es también, una configuración espacio-tiempo de relaciones de poder, valores y conductas definidas, simbólicas y legitimadas.

La característica del sistema neoliberal es que bajo una aparente igualdad idealista, se genera una suplantación/destrucción simbólico-económica de los vínculos comunitarios e interinstitucionales, desde ahí advertimos que  la dinámica del emprendimiento tiene una doble articulación: la de cliché aspiracional motivacional, pues se precisan conocimientos empresariales y su decantación hacía la informalidad laboral. El emprendedurismo se promete como una de varias respuestas ante la actual precarización de los derechos laborales que todo Estado-Gobierno debería garantizar. 

Desde finales de los 90s, la persona neoliberal posmoderna ha sido despojada sistemáticamente de una serie de derechos como la jubilación digna y la capacidad adquisitiva digna. Este ciudadano se ve imposibilitado en la movilidad social; es decir, queda aislado bajo sus propias reglas (aunque debe seguir contribuyendo la normatividad jurídica y tributaria) lo que modifica el concepto de ciudadanía, normalizando el discurso de que los individuos son responsables de generar su dignidad, derecho social, económico y político.

Emprender conlleva una transversalidad, pues no es igual emprender desde la clase media, la clase media baja o los diferentes grados de pobreza (difiero que en ese status sea emprender). Esto muestra que la capacidad de elección disminuye según el estrato y status sociológico; circunscribe al sujeto-ciudadano en la urgencia social, y no en la elección social, incentivando disimuladamente una economía informal en la mayoría de los casos. Así la dinámica del emprendedurismo omite revelar que los emprendedores exitosos en su mayoría son hijos de clase media alta diferenciándose del self made man, cuyo éxito es mínimo y, en la realidad de LATAM, ´si yo tengo un ingreso, pero mi ingreso no es suficiente para vivir dignamente (esto debería incluir derecho al tiempo de ocio y tiempo cultural), me veo forzado a buscar alternativas económicas para poder subsistir´.

La persona (de cualquier edad y género) neoliberal posmoderna queda insertada en un relato simbólico según el cual usted, y cada uno de nosotros, tenemos la obligación de resolver nuestro destino. Este discurso de poder -y creencia-, erró en el hecho que no reconoce a los grupos y personas partes de un conjunto de relaciones sociales complejas en las que somos intersubjetivos y mutuodependientes, ya que redirige las garantías del Estado de derecho hacia la elección individual.

La evidencia psicosocial nos muestra que trabajar hace parte de la cohesión cultural, donde los sujetos al participar en la producción, construcción y distribución de los bienes y riqueza, se perciben parte de un grupo tangible e incluyente, a falta de esta inclusión laboral, se potencia la desidentificación simbólica con las instituciones, la tradición-valores y la comunidad.

Estos brevísimos apuntes buscan problematizar un discurso complejo que suele basarse en la premisa de buenas intenciones sobre el emprendedurismo; muchas veces disfrazado de discurso motivacional o retórica del llamado "échale ganismo". La gran paradoja de la olvidada pandemia COVID está en evidenciar el entramado de relaciones comerciales intersubjetivas y mutuodependientes que los mercados y el mundo necesitan para existir, derrumbando así el argumento hiperindividualista(@osevih).





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