La amistad

NO, NO HAY MÁS TIEMPO para pedir perdón

IMAGÍNATE NADA MÁS, que por asuntos de partido, de religión o de guerra civil, tu mejor amigo o amiga, te deja de hablar. Imagínate que tu amigo está en el bando de la seguridad del estado y tiene a la mano una cachiporra o una carabina, y te mira de pronto que estás en la manifestación sobre la que tiene la orden de dispersarla. ¿Te pegará en la cabeza? ¿Disparará la bala sobre el mejor amigo? ¿Qué harías tú?

HAY MOMENTOS DE DUELO. Momentos en que todo acaba. O más bien parece que todo acaba. Es el día, es la circunstancia, es la estación del año. Es quizá el horario, a lo mejor la tarde cuando el crepúsculo, o de mañana cuando amanece nublado y la neblina junto con lo gris se juntan y no permiten ver la salida. Es escepticismo, bien lo sé. Tiempo para reflexionar, para hacer balance de la vida.

Y HAY MOMENTOS PLENOS de esperanza, en los que todo parece posible, no al alcance de la mano, pero cercano, sí, claro. Y no me refiero a la política, sino a todos los aspectos de la vida. Amanece con un sol maravilloso. Y el viento refresca los ambientes. La sonrisa aparece por todos lados. Solo que cabe reflexionar que la vida es una mezcla de ambas situaciones. Un amanecer nuevo derriba lo gris y desesperanzado del día anterior. Y la alegría nunca es para siempre, ni estado permanente. Son momentos.

NADA ES SIEMPRE, ni lo uno ni lo otro. El ser humano camina, descansa, emprende nuevos proyectos, fracasa o triunfa. Y pasa el tiempo. Solo que los motivos que le generan felicidad son tan distintos de uno a otro. Los llamados que tiene para la vida son también distintos. Y el concepto mismo de felicidad lo va comprendiendo en el transcurso de su vida.

A MI ME GUSTA ESCUCHAR o leer historias. Son sucesos en el tiempo. No me gustan las historias de guerras y conflictos armados. Sino las que nos llevan a la reflexión. Creo en el amor y la amistad, como dos motores que muevan a la humanidad (sí, a lo humano). Y sé que hay el motor del odio, pero ese lo dejamos aparte, para hablar en otra ocasión. Ayer apenas leí la historia de dos basquetbolistas yugoeslavos: Vlade Divac y Drazen Petróvic, Y me conmovió por el tema de la amistad, el odio generado por la política y por la muerte de uno de ellos.

ERAN AMBOS DOS GRANDES AMIGOS. Drezen algo serio y ensimismado. Divac dicharachero, alegre, bromista. Y jugaban en el mismo equipo nacional de basquetbol. Recordemos que Yugoeslavia estaba integrado por Servia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Eslovenia, Kosovo, Montenegro y Macedonia del Norte. Pero vino la guerra civil. Y fue el punto de la historia que se cuenta. Divac era serbio y Drezen, croata. Ya habían ganado plata olímpica en Seúl en 1988 y el oro europeo en 1989. Ambos triunfos con la representación nacional de Yugoeslavia. 

EN 1990 ESTABAN en el campeonato del mundo celebrándose en Argentina. Y pasaron a la final contra Rusia. Para ello, días antes dos equipos de futbol aún yugoeslavos se enfrentaron. En el estadio Maksimir de Zagreb se encontraron Dinamo Zagreb y estrella roja de Belgrado. Y al grito de " Zagreb es Serbia. Mataremos a Tudman " (Presidente Croata), comenzó la guerrilla entre los fans. Ese era en esos días negros el ambiente de hostilidad, de odio racial.

Y VOLVIENDO AL CAMPEONATO mundial de Argentina y con los grandes amigos Divac y Drezen. Ya la URSS y Yugoeslavia tenían sus guerras civiles separatistas. Por eso se dice que ese mundial fue el último del viejo mundo. Yugoeslavia ganó por 92-75. Y vino la euforia. Todos los jugadores se abrazaban, eran campeones y lo habían logrado sobre la URSS. Los amigos Divac y Drazen se abrazaron de manera efusiva. Uno hasta cargó al otro. Grandes, grandísimos amigos. Solo que en ese momento un fanático se acercó a ellos con una bandera separatista, correspondiente a Croacia. Divacreaccionó pidiéndole al fanático que bajara la bandera. Y a cambio recibió insultos. Fue entonces que Divac zarandeó al fanático hasta sacarlo de la cancha. Fue allí el quiebre de la amistad.

POSTERIORMENTE CADA QUIEN siguió su destino. Fueron contratados por equipos de la NBA de Estados Unidos. Y en un partido sus equipos se enfrentaron. Jugaron normal. Y al final fue Divac quien buscó a Drezen para continuar la amistad, como cuando la relación amistosa está por sobre todos los obstáculos políticos. Drezen se negó. Le dijo que no era conveniente que los vieran juntos. Tampoco necesario. Y allí quedó todo.

A LOS POCOS MESES, en 1993, Drezen murió en un accidente automovilístico a la edad de 29 años. Su novia había ido a recibirlo al aeropuerto de Frankfurt, Alemania. En su traslado al hotel un camión invadió el carril y sucedió el accidente mortal. Drezen no tuvo voluntad para seguir la amistad, ni tiempo. Y no hubo más tiempo. 

NO, NO HAY MÁS TIEMPO para pedir perdón, para la disculpa, para tomar el café, para decir lo que el corazón siente. La muerte se presenta. Y son los días así, cuando menos te lo esperas.


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