De Cara a la “Nueva Normalidad” COVID-19 y Caos Informativo, un Tema de Cultura Científica

Los primeros decesos ocurrieron en el extranjero, muy lejos de aquí, y no nos importó

Con más de 600 muertos, semáforo en rojo y una curva de casos nuevos que, en un santiamén, pasó de dibujar una sola joroba a tener tres, y amenaza terminar con cuatro o más, y mientras iniciamos el retorno gradual a la “nueva normalidad”, mucha gente, dentro y fuera del Estado, se pregunta qué sucede con los tabasqueños.

Los primeros decesos ocurrieron en el extranjero, muy lejos de aquí, y no nos importó. Luego se supo del primer fallecido en México, aún lejos de Tabasco, hasta que la enfermedad nos alcanzó y la gente empezó a enfermar… ¡y a morir!

Hoy, la muerte ronda cada vez más cerca de nosotros; y, sin embargo, han surgido dos grandes grupos de personas: “conspiracionistas” que consideran que el COVID-19 no existe, que es “un invento” de algún gobierno malvado, con finalidades oscuras y perversas, y los “valientes”, que se sienten inmunes al virus; tanto, que violan todas las indicaciones de precaución sanitaria y salen a las calles sin necesidad y sin protección, como si fuera una gracia, en franco reto a la muerte, sin reconocer que no sólo ponen en peligro su vida, sino la de mucha gente más.

Falleció un viejo conocido. En torno al caso, se recordó a un fulano que en días recientes le recomendó a alguien no permitir que se lo llevaran al hospital, en caso de que éste enfermara de COVID-19, porque ahí “iban a matarlo”. En contraste, otra persona, que, tras infectarse, estuvo internada en el Hospital de Alta Especialidad “Dr. Juan Graham Casasús” durante 4 días, salió asombrado de la calidad de atención que le brindaron médicos, enfermeras y químicos, así como del equipo y medicamentos disponibles, hasta que lo mandaron a terminar su aislamiento en casa.

¿Por qué tan diametral diferencia de opiniones? Esto tiene qué ver con la cantidad de información de todo tipo que circula indiscriminadamente en las redes sociales, las cuales, han sido excelentes en algunos temas, pero que también han mostrado ya su cara negativa.

En la opinión popular, la ignorancia y la estupidez son las razones más “votadas” como causas de la rebeldía de mucha gente, y hasta las atribuyen a una falta de acceso a la educación. Pero la más simple revisión revela que no es el caso.

En realidad, el problema apunta más hacia la falta de una “cultura científica” significativa, cuya construcción, curiosamente, fue uno de los ejes de la política científica diseñada y ejecutada por el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Tabasco (CCYTET), durante sus primeros 14 años de existencia.

A lo largo de ese período, y antes del florecimiento de las redes sociales, la ciencia se hizo presente en los medios de comunicación masiva del Estado (prensa, radio y televisión), con gran participación de los académicos de todos los centros de investigación e instituciones de educación superior locales.

Se trataba de construir y consolidar una cultura científica, como requisito para aspirar a que la sociedad hiciera suyo el conocimiento y lo usara en beneficio personal, familiar, empresarial, comunitario, estatal y nacional, mediante esa herramienta llamada “divulgación de la ciencia”.

Así, año con año se realizaron sendos Cursos-Talleres de Periodismo Científico en Tabasco, charlas y conferencias de divulgación hacia estudiantes y público general, así como cursos para la formación de autores y de editores de publicaciones de divulgación científica, y el evento anual más transcendente en la materia: la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología en Tabasco, de la cual Villahermosa fue sede nacional en 2009.

A estas alturas de su amable lectura, quizá esté preguntándose qué rayos pasó, entonces, que nuestra sociedad parece que jamás hubiera oído siquiera hablar de ciencia ni de la importancia de la misma y de los beneficios que ofrece.

Por el contrario, parece presa, cada vez más, de las pseudociencias y el “pensamiento mágico”, como si fuéramos parte de alguna antigua civilización, en las que la solución de los problemas, particularmente en el caso de las enfermedades, se dejaba a la voluntad de los dioses o al “poder” de un hechicero.

En opinión personal, la razón del actual caos radica en la interrupción de la indispensable continuidad en el proceso de formación de la cultura científica, durante la anterior administración, y que produjo un retroceso en el que se perdió la mayor parte de lo hasta ahí avanzado.

Y aunque hoy en día, a la cabeza del organismo científico estatal está de nuevo su Director General fundador, auxiliado por gran parte del equipo de trabajo original, el daño ya está hecho, y el CCYTET se ha visto obligado a partir, en muchos aspectos, prácticamente “de cero”.

De no haberse interrumpido la citada continuidad, la sociedad hubiera contado con canales de información y voces de primer nivel para ofrecer datos y opiniones calificadas, que habrían cerrado oportunamente el paso a todos los rumores infundados y “fake news” que han provocado el actual caos informativo y de opinión.

En una visión positiva, el COVID-19 ha puesto sobre la mesa la necesidad de retomar la ruta perdida y reforzar la política científica estatal, con acciones y recursos, más que con palabras, para intensificar el desarrollo de proyectos de investigación cada vez más importantes, así como el periodismo científico y la divulgación de la ciencia, herramientas de comunicación hermanas, en las que se basa la formación y consolidación de una cultura científica significativa, que favorezca, finalmente, la “apropiación social del conocimiento”.