De oposición a gobierno: la reunión con China y AMLO-Meade

De oposición a gobierno: la reunión con China y AMLO-Meade

El viernes 3 de agosto por la mañana en su casa particular, Andrés Manuel López Obrador se reunió con José Antonio Meade, el primer político que le llamó por teléfono para reconocer su victoria en la elección presidencial. Esto motivó, a decir del tabasqueño, la invitación para un desayuno que luego se convirtió en nota estelar. Fue un hecho inusual de una cadena afortunada de hechos inusuales en México, después de una campaña tensa y con adjetivos en exceso. El candidato presidencial ganador, con la obstinación que le caracteriza, ha hecho de la reconciliación un eje estratégico de su actuar público.

Un punto significativo es el distanciamiento de AMLO con el núcleo duro de su electorado, aquél que lo acompañó en su declaración de presidente legítimo en 2006 y el bloqueo a la avenida Reforma en CDMX. Muchos comentaristas pensaban –con énfasis ideológico- que la vena purista y excluyente de un sector de la izquierda mexicana, tendría atado de manos al presidente virtual. AMLO no ha jugado para las gradas de la izquierda radical, sino para calmar las aguas políticas del país que gobernará a partir del 1 de diciembre.     

Veamos cómo perfila sus estrategias de distensión el político que por 18 años copó el discurso antisistema en México. Soplan otros vientos y se viven otras realidades.   

INVITACIÓN SIN NESTORA       

Una de las declaraciones más duras de la campaña presidencial perteneció a José Antonio Meade: “MORENA coloca a una secuestradora como candidata al senado, Nestora Salgado. Sobre tu conciencia, Andrés Manuel”. Por lo que se vio en las redes sociales, del encuentro AMLO-Meade, no cabe duda que Obrador perdona y olvida: “José Antonio es un hombre bueno, decente y honorable. Es mi punto de vista”. Atrás quedaron, como anécdota inquietante, los ataques de campaña. Nestora Salgado, la aludida que obtuvo la senaduría por el Estado de Guerrero, demandó a Meade por esas palabras dichas en el segundo debate presidencial. La demanda sigue su curso legal. Desde el ángulo político de coherencia y empatía hacia la izquierda como lucha social, ¿qué pensará Nestora de la reunión con Meade? Como el salmón, de nuevo López Obrador no juega para la gradería de su electorado ni para la nomenclatura del partido. Le acaba de suceder con una declaración de Tatiana Clouthier sobre el nombramiento del polémico Manuel Bartlett para dirigir la CFE: “había otras opciones, pero mi encargo no es de consejos”. AMLO dijo respetar la opinión de Tatiana. A renglón seguido, explicó que la prioridad es el bien de la república con criterios técnicos y administrativos. Hay pequeñas grietas en el equipo de transición de AMLO, aunque él juega la carta mayor de la reconciliación.        

EN EL BOSQUE DE LA CHINA    

La misma lógica de bienestar nacional cubrió el encuentro de AMLO con empresarios de China, celebrado el jueves 2 de agosto. El concurso estratégico del canciller Marcelo Ebrard fue clave para esa reunión, que apunta a un plan B comercial, justo en el mes que supuestamente será de aprobación del TLCAN entre México, EEUU y Canadá. Con entusiasmo, los empresarios chinos anunciaron su intención de invertir en México 10 veces más del monto actual; Ebrard fue directo: “Tenemos un déficit comercial con China, de 8 a 1. Nos venden ocho productos por cada producto nacional que llega a China. Esto puede cambiar y ser una ventana de oportunidad”. Donald Trump no debe estar muy contento con la trama China-México. El presidente norteamericano, una lumbrera del twitter sin contexto, ya probó la capacidad política de AMLO para fijar agenda. “No quiero pleitos y no hablaré del muro. Quiero diálogo, diálogo y más diálogo”.        

Con China, la cuestión de inversión es también una cuestión de formas: se necesita diplomacia para llegar al primer día de gobierno con agenda encaminada, no con agendas por hacer. Este ritmo de trabajo de López Obrador y su equipo, resulta atípico para cualquier transición de gobierno que se recuerde. Al parecer, la “cuarta transformación” no fallará por actitud de trabajo.     

SUMAS Y RESTAS

Los críticos de MORENA no han esperado a que el nuevo gobierno se instale. Hablan del “PRIMOR” y de la “PRIETA” como fenómenos preocupantes: casi una reinserción del antiguo régimen con las siglas del partido más joven en el escenario mexicano. Se olvida el sello institucional que trata de articular MORENA, como partido mayoritario en el gobierno. La lógica política de oposición, en este momento, no tiene sentido. De hecho, no lo tendrá en el sexenio de 6 años y sus políticas de gobierno. El problema de opinión pública será otro: cómo mantener el sello institucional cuando los poderes fácticos de la república se inquieten por algún programa social o política contraria a sus intereses.

López Obrador tiene que tejer, no destejer. En este sentido, lleva razón Héctor Aguilar Camín cuando habla del encuentro AMLO-Meade como “una muestra grata de que las buenas maneras, en la vida y en la política, son bienvenidas siempre”. Es un paso pequeño, de forma, no de fondo, hacia la reconciliación  del país. “Soy dueño de mi silencio”, dijo AMLO a los periodistas que le preguntaron si se reunirá con Ricardo Anaya. Atrás quedaron las rudezas de las campañas: los pleitos de los políticos terminan como anécdota, ¿quedan cicatrices?