Ecos de una vida y una cátedra
10/09/2025
Semblanza moral de Enrique González Pedrero
El doctor Modesto Seara Vázquez, gran colaborador de don Enrique y gran amigo, en el otorgamiento del doctorado Honoris Causa que le entregó el Instituto Nacional de Administración Pública, afirmó con contundencia:
Enrique González Pedrero conservaba en la acción política la serenidad en ciertas circunstancias que era necesario el control en el mando para gobernar la situación; lo ví siempre como el líder que sólo se emocionaba por dentro, pero no lo mostraba, era impertérrito cuando la situación parecía estar al borde del precipicio, y nunca tomó decisiones imprudentes, era un estabilizador.
Comentaba el maestro que los infartos son más frecuentes en quienes deben parecer sosegados en medio de la tormenta, que el timón no permitía ningún atisbo de temor, de incertidumbre; era el instrumento de mando que requería prudencia y serenidad; nadie debería hacerse cargo de él si no contaba con el equilibrio emocional y la inteligencia para soportar y superar los vaivenes de una nave maltrecha en plena tormenta.
En todas las circunstancias de la vida, comentaba, y muy especialmente cuando se ejerce algún poder, la sensatez y la madurez consisten en saber autolimitarse, autocontrolarse. Los cantos de las sirenas pueden ser de diversa naturaleza: saber escucharlos sin caer en sus redes es quizá una de las más valiosas experiencias educativas que un hombre con vocación política puede asimilar a su proceso de realización como ser humano cabal.
Después de una gira por Tabasco, en una cena con el Presidente Miguel de la Madrid, éste le comentó: "Enrique, veo que estás haciendo un gran trabajo en Tabasco, lo gobiernas con prudencia y sin autoritarismo, escuchas al pueblo, me gusta tu lema: "Que hable Tabasco" y "Hablarán los hechos", pero veo en los medios de difusión que siempre sales muy serio, muy adusto e incluso, en ocasiones, pareces enojado; ríe un poco, sonríe. El maestro, con toda deferencia, le respondió: ¡Cómo voy a reír o a sonreír si no tenemos los recursos suficientes para atender tantas necesidades de la gente, y en cada gira veo las carencias en salud, educación, en servicios públicos, en infraestructura... no puedo estar contento y menos fingir que lo estoy; hacerlo me parece una ofensa a los necesitados y a los que esperan con confianza que los ayudaremos! No puedo mostrarme contento. El Presidente de la Madrid guardó un respetuoso silencio, y cambió el tema de la conversación.
Un hombre escindido
En palabras de él mismo:
Sufro –un doble llamado: el de la cultura y el del oficio de la política, complicándome sin cesar la vida. La acción política no puede realizarse sin el estudio de las disciplinas que la componen; y, la academia debe ejercerse a profundidad, de otra manera se convierte en retórica, en fuegos fatuos y en conocimiento epidérmico. Los dos requieren tiempo completo, pero no son irreconciliables, exigen tiempo exclusivo y el esfuerzo debe encaminarse a evitar el dilema vocacional; la práctica lleva necesariamente a la academia; y ésta prepara, capacita y mejora el conocimiento y la práctica de la acción.
En 2009 aquí en Villahermosa comentó:
He ocupado toda mi vida en dos tareas que correspondieron a una temprana vocación dual: la política y las ideas; la acción y la reflexión que, como se sabe, tienen metas y métodos diferentes. Es verdad que me esforcé por juntar en mi propia experiencia teoría y acción, y de ser a un tiempo un ciudadano y un hombre de ideas, pues consideré a la política como parte de la cultura.
Sabía la dificultad de dedicarse a las dos misiones: quería adquirir la sabiduría de la academia y aplicarla a la realidad y retroalimentar una con la otra. No dudaba ni de regresar a la academia cuando la situación lo obligaba ni de aceptar los desafíos del ejercicio del poder que la fortuna le ofrecía.
Cuando supo que sería candidato a la gubernatura de Tabasco, me invitó a comer y me preguntó sobre mis planes profesionales. Le comenté que me sentía llamado por la academia y esa vocación me apasionaba. Le relaté que acababa de obtener la plaza de maestro de tiempo completo por oposición en el área de la Ciencia Política –por supuesto en la UNAM– y que, para poder desarrollarme en el servicio académico universitario debería ser doctor y que estaba estudiando las posibilidades de hacerlo en Francia. Me comentó, sin preámbulo: lo invito a que haga su doctorado en la práctica, en Tabasco, aprenderá mucho de la realidad y del verdadero México, eso no se lo enseñarán en la Sorbona. Aprenderá la democracia de carne y hueso, conocerá las carencias de las comunidades, sopesará lo que realmente se puede hacer con los escasos recursos públicos frente a las grandes demandas de la población, conocerá la verdadera capacidad de ejecución del aparato gubernamental y podrá darse cuenta de la acción de los factores reales de poder que no necesariamente coinciden con el interés público. Venga a hacer su doctorado a Tabasco en la universidad de la realidad. Acepté su invitación y lo acompañé en este tránsito que tanto lo apasionó y que, por supuesto, nos contagió.
Después de publicar el tercer tomo del País de un solo hombre, expresó:
Darle su tiempo al tiempo me ayudó a atenuar mi contradicción vital. De modo que ahora estoy al margen de la política militante, dedicado exclusivamente a tareas académicas en la Universidad Nacional Autónoma de México.
El 20 de junio de 2018 escribió:
Estoy retirado de la política, ahora me abstengo de opinar sobre lo que ocurre en esa materia.
Durante mucho tiempo he escrito lo que pensaba sobre la política nacional e internacional en periódicos, revistas y libros, y opinado y reflexionado en la cátedra, en conferencias y discursos, de manera que creo haber cumplido ampliamente con mi conciencia ciudadana.
Siempre he pensado que en la juventud hay que aprender a expresarse con corrección, tanto verbalmente como por escrito. Pero, así como de joven aprendí a expresarme, y lo hice cada vez que fue conveniente, ahora aprendo a callar. Por lo tanto, sólo les diré que en el futuro deseo que le vaya bien a México y a Tabasco.
En 2019 se jubiló. Ya no se dedicaría ni a la política ni a la academia, sino a comprenderse mejor, a estudiarse y meditar lo hecho. En una comida con varios amigos, uno de ellos le preguntó —Maestro, que está usted leyendo. — Él respondió inmediatamente: —Ahora me dedicó a leerme a mí mismo. — Había entrado al mundo de la introspección.
Murió en septiembre de 2021, en unos días lo recordaremos de manera especial en el cuarto año de su fallecimiento. (*Por considerarlo de interés para los lectores compartimos otro fragmento de las palabras pronunciadas por el amigo y colaborador de EGP en la apertura de una cátedra en la División de Sociales de la UJAT, el 2 de septiembre)
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