El alebreste de las masas (I)

Un buen tema por escribir sería una carta a Dios

PIENSO EN LA HORCA, en las letras y en las masas, a las que se refiere Ortega y Gasset. La horca porque fue uno de los castigos extremos a los delincuentes; uno de ellos el poeta Francois Villón. Las letras porque son las que nos dan acceso al conocimiento, a la conciencia y a la belleza. Y pienso en las masas de la que formo parte porque sueño no en que se alebresten, esto es pasajero, sino en que se rebelen. ¿Rebelarse a qué? A su destino de explotados.

ESCRIBIR ES PRETEXTO para justificar mi día. Es como una condena para luchar contra lo gris, la rutina, lo oscuro, la estupidez. Algo así. Más no es fácil. Si me viera usted en este preciso instante, miraría la imagen de la derrota digna, plena y contumaz: sentado en la sala de casa, buscando la punta de la madeja para escribir sobre un tema cualquiera. Y sin siquiera lograr el inicio de algo. O empezado uno, borrarlo al instante al ver que no conduce hace alguna parte. Más allá de una página digital en blanco, es la agrafía, el no tener qué escribir, seco el manantial; ludógrafo que no encarrila su pensar, y que sin embargo no se rinde. Pero no me detengo y menos enciendo la televisión, a ver qué hay, entre un juego de cualquier deporte, una "señorita Laura", o la repetición de viejos y bobos programas cómicos, o la telenovela que hizo soltaran lagrimones nuestras mamás hace cuarenta años.

PORQUE EN TODO CASO sería más fácil dejar todo esto a un lado, y seguir acostado, aunque fuera despierto, pensando en pasajes del pasado que me fueron muy gratos, viendo rostros, movimiento de cuerpos, sonrisas, de tantas personas, entre familiares, conocidos y amores. Porque todo tiene un principio y un final.

Y SI DIGO QUE si me viera usted, es porque yo me desdoblo y me miro así. Me veo con más peso, más viejo en los sesenta y más, jubilado, con menor agilidad, con entusiasmo por vivir, sí, pensando en el qué hacer, viendo el pronóstico del tiempo, y cosas por el estilo. Leo por ejemplo dos fechas significativas en la vida de una amiga: el año en que murió su padre, la edad que tendría ahora el señor, y los años que tendía su madre en el momento de quedar viuda. Lo  cual no es casual. Es que el 25 como ayer la muerte del papá y al día siguiente, 26, el cumpleaños de la mamá. Mi amiga tendría unos tres o cuatro años.

PIENSO EN LA VIDA y en la muerte. En lo que se es antes de nacer y, más, antes de la concepción, y lo que se es después, o más bien, en lo que podría ser después. Nadie ha vuelto de la muerte para decirnos de la paz y tranquilidad en ese otro entorno, eterno y permanente. Pienso por ejemplo, también, que en estos dos últimos meses murieron tres jóvenes, no conocidos entre sí, hijos de tres amigas. Razones distintas, pero en plena juventud. Imagino el gran dolor, el arrebato bestial de la muerte a esas tres vidas lozanas.

UN BUEN TEMA por escribir sería una carta a Dios, preguntándole esto y lo otro. Qué misterios quedan. Cuánto se sabe. Qué tanto hemos de conocer. Qué tanto nos será permitido conocer. Si hemos sabido que el universo es mucho más grande, de tal manera que ni la imaginación nos da para comprender su magnitud. ¿Y para qué piensas en eso?, ¿qué resuelves? Me digo, me dicen, nos decimos. ¿Tiene algún sentido saberlo? Es inmenso lo que no se sabe, que la ciencia se queda perpleja, cuando verdades que lo fueron por decenas, cientos o miles de años, caen como bobadas ante nuevos descubrimientos.