Un mundo en crisis, convulso e inseguro
06/08/2022
Existe hoy un orden económico mundial que necesita la guerra para poder crecer
Existe hoy un orden económico mundial que necesita la guerra para poder crecer, es un orden económico que ha creado una guerra tras otra en nombre de la libertad y de la democracia. Y en nombre de la libertad y de la democracia asesinó a cientos de miles de vietnamitas y, en años recientes, a once millones de musulmanes y hoy les toca a los ucranianos: la semana pasada Estados Unidos envió a Ucrania armamento por 500 millones de dólares.
El periódico La Jornada del pasado 28 de julio publicó que la venta de rifles AR-15 ha generado ganancias por mil millones de dólares en los Estados Unidos. Estos rifles son los más usados en los tiroteos masivos en los colegios, plazas públicas y calles que de manera frecuente se dan en ese país. “Esa industria lucra con la sangre de gente inocente”, nos dice la nota.
La meta de todo ese sistema económico es vender más armas y ganar más dinero sin pensar en el ser humano. Ese orden y crecimiento económico sólo beneficia a unos cuantos, esos pocos son los dueños del dinero, del petróleo y de la industria armamentista.
Y mientras se gastan trillones de dólares en guerras, cientos de millones de terrícolas están padeciendo hambre. Hoy existe una escasez alarmante de granos. Existe una peligrosa escasez de alimentos en el mundo que amenaza con crear una grave hambruna para muchos pueblos.
Desde que tengo uso de razón ese orden económico mundial, de manera crónica, sólo ofrece desempleo, una recesión económica tras otra: crónica. Las devaluaciones de monedas y los procesos inflacionarios se han dado de manera periódica y recurrente. Eso se ha vuelto una costumbre.
Ese orden económico sigue generando más pobreza y más millones de pobres cada año. Y la violencia provocada por la pobreza, entre otros factores, junto con la inseguridad que se vive en las calles ha generado un miedo entre la mayoría de ciudadanos.
Los pueblos, masivamente se están volviendo alcohólicos, drogadictos: la violencia y el odio no sólo camina por las calles, también en los hogares y dentro de las escuelas. El miedo en que vivimos, la inseguridad cotidiana es de todos los días.
Ir a un cajero es un albur, ir de compras da miedo. Salir de noches a la calle es para intrépidos. Los índices de suicidio han subido, la criminalidad ni se diga, los feminicidios están a la orden de todos los días. Los secuestros también están a las órdenes del día. No hay muchas oportunidades de empleo para los jóvenes de hoy. Muchos se ven orillados a la delincuencia y a sumarse al crimen organizado. El Diario Presente del pasado 25 de julio nos informa que presos en Tabasco son jóvenes, el 46 por ciento tiene edades entre 18 y 30 años.
Ese orden económico que sólo beneficia a unos cuantos está destruyendo además al Planeta: mares y lagos desecados, presas hidráulicas que se han quedado sin agua, ciudades y cultivos sin agua; incendios masivos de bosques. El calentamiento global producto de una industria que consume energía sin parar está destruyendo al planeta: la especie humana, la vida misma y el planeta están en riesgo.
El ciudadano de la calle, inseguro, temeroso e impotente, como muchos otros, se pregunta: ¿Y que podemos hacer para cambiar y mejorar al mundo?
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