El plan de energía de México (II)
29/12/2025
La transición energética en México presenta una paradoja relevante
Si bien se han registrado avances en la disminución del uso de combustibles altamente contaminantes, tales como el carbón y el coque, el gas natural ha pasado a ser el principal "combustible de transición". El país proyecta fomentar el empleo de fuentes renovables, tecnologías de almacenamiento, así como procesos de captura de carbono y metano y la electromovilidad, con el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles. No obstante, tanto el consumo como la generación primaria y eléctrica continúan siendo predominantemente de origen fósil.
En México se mantiene una significativa dependencia del gas natural importado, lo que representa un desafío para la soberanía energética nacional. Aunque se han registrado avances relevantes, como el aumento en la generación eólica y solar durante 2024, las energías limpias únicamente representaron el 24.32% del total, cifra aún distante de la meta establecida del 35%.
La capacidad instalada para la generación eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) está conformada principalmente por centrales fósiles —incluyendo ciclo combinado, turbogás, carboeléctrica, térmica convencional y combustión interna— con aproximadamente 30,033 MW, seguida por la generación hidroeléctrica (12,156 MW) y nuclear (1,608 MW). Es importante destacar que la mayor capacidad pública instalada de energías renovables corresponde a las centrales hidroeléctricas, motivo por el cual el Gobierno Federal anterior decidió rehabilitar y modernizar 16 instalaciones, acción que incrementará la capacidad total en 554 MW; algunas de estas obras continúan en proceso de conclusión.
Además, como parte de la estrategia de fortalecimiento de la CFE, durante la administración federal anterior se inició la construcción de diez centrales de ciclo combinado con una capacidad total de 6,692 MW, que serán puestas en operación entre 2025 y 2027. En conjunto, los proyectos de ciclo combinado y la central solar fotovoltaica Puerto Peñasco, con una capacidad de 580 MW, sumarán 7,112 MW adicionales al sistema eléctrico nacional, con una inversión estimada de 5,920 millones de dólares.
El objetivo del programa es garantizar la disponibilidad de los recursos petroleros a largo plazo, manteniendo una producción futura de 1.8 millones de barriles diarios de petróleo y 5 mil millones de pies cúbicos diarios de gas natural, con el fin de evitar la sobreexplotación de las reservas. Estos recursos se destinarán al abastecimiento del Sistema Nacional de Refinación y a la industria petroquímica nacional.
Se prevé que, para 2030, las refinerías de Pemex incrementen su capacidad de procesamiento de crudo del 56% a más del 80%, lo que permitirá aumentar la producción de petrolíferos como gasolinas, diésel y turbosina. Este crecimiento estará respaldado por inversiones en los sectores de petroquímica y fertilizantes, contribuyendo así al fortalecimiento de la independencia energética.
Durante el periodo 2024-2031, se actualizarán 27 Normas Oficiales Mexicanas (23 relativas al consumo eléctrico y 4 al consumo de combustibles), abarcando aspectos como la seguridad en instalaciones eléctricas y el uso eficiente de energía en sistemas de aire acondicionado, electrodomésticos, motores, equipos para cocción de alimentos, calentadores de agua e iluminación. Adicionalmente, entre 2025 y 2027, se elaborarán y publicarán 15 nuevas Normas Oficiales Mexicanas (9 sobre consumo eléctrico y 6 sobre consumo de combustibles).
La Comisión Federal de Electricidad (CFE), junto con la inversión privada en generación eléctrica limpia, está avanzando en el cumplimiento de los objetivos establecidos en acuerdos internacionales y prevé mantener dichos avances hasta el año 2050. Se proyecta que para esa fecha, las fuentes principales de producción eléctrica en México serán la solar, eólica, hidráulica, geotérmica y biomasa, así como otras energías renovables que puedan desarrollarse en el futuro. La participación porcentual de la capacidad estatal de generación eléctrica aumentará del 55.40% en 2024 al 59.60% en 2030.
Por otra parte, el 96% de las adiciones de capacidad correspondientes a los proyectos privados previstos para el periodo 2025–2030 estarán constituidas por energías renovables intermitentes, como la solar y la eólica.
Conclusión:
Es relevante analizar si es adecuado que la nación asuma el riesgo financiero en el sector energético, considerando el inminente descenso en las tasas de interés y el aumento de inversiones en combustibles fósiles. Estos recursos podrían ser utilizados como palanca para facilitar la transición hacia energías limpias y, posteriormente, a fuentes de energía consideradas infinitas, como la nuclear. En la actualidad, México cuenta con políticas de corto plazo vinculadas al presupuesto disponible para las empresas estatales, ante la falta de interés en su rentabilidad, limitando así su responsabilidad a garantizar el funcionamiento del mercado energético. Fin.
(–Grupo Caraiva – Grupo Pech Arquitectos)
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