El reloj político
08/07/2022
Como se sabe, ya algunos políticos -de diferentes partidos- se aventuraron a recorrer la pasarela
El tiempo es el referente. Se puede adelantar o atrasar a conveniencia. Y no me refiero al horario de verano, abordado mediáticamente en los últimos días debido a la iniciativa presidencial para desaparecerlo. Me refiero a “los tiempos políticos”, tan proclives a ser acomodados en función de las intenciones de los aspirantes a diferentes cargos de elección popular.
Como se sabe, ya algunos políticos -de diferentes partidos- se aventuraron a recorrer la pasarela. Tomaron la decisión de precipitar sus intereses con el afán de hacerse de un nuevo cargo, como lo han declarado abiertamente en diferentes medios. ¿Tienen el derecho de externar sus aspiraciones?, por supuesto que sí; ¿son los tiempos para hacerlo?, me parece que la respuesta es debatible, sobre todo si ejercen una responsabilidad que amerita atención, no distracción, cuando todavía les resta un buen tramo por avanzar. Vaya, lo cuestionable termina siendo no que levanten la mano, sino el sentido de sus actos y sus repercusiones futuras.
Cada vez es más común que en años previos a un proceso electoral empiecen a agitarse las aguas, pero no es deseable que, por miradas de bajo vuelo, se condene a la sociedad a estados de permanente elección.
Recuerdo el verso de un soneto de Renato Leduc, popularizado por José José y Marco Antonio Muñiz, que dice: “Sabia virtud de conocer el tiempo”, y en otra de sus partes expresa, como el refrán, “dar tiempo al tiempo”. Es un interesante consejo que se desestima por todos lados, porque sobran los políticos que se adelantan o anticipan, lo que no significa “ser adelantados a su época”.
Cuánta falta les hace estudiar a profundidad las enseñanzas de Kairós, el dios griego que personifica la ocasión, el del momento justo, el que representa la oportunidad y trae las cosas en el instante adecuado de la manera más conveniente. Eurípides lo llamaba “el mejor guía en cualquier actividad humana”, en tanto que Hesíodo lo relacionaba con una aguda observación del ambiente para identificar los signos que nos revelan circunstancias que son las apropiadas para regular y dar ritmo a la vida de los hombres. La política es asunto de tiempo y circunstancias, en resumidas cuentas.
A quienes se impacientan porque vislumbran amenazas en su futuro político, a manera de corolario les comparto la sabia sentencia de la fábula de los tres relojes, publicada en 1849 en el libro “Apólogos o Fábulas Políticas”, cuyos cadenciosos versos dicen lo siguiente:
“Sucede que había tres relojes de diferentes tamaños colgados en sus clavos y entre ellos se divertían; su vida y sus milagros repetían:
Yo –dijo el primero- nací en Suiza. Por lo mismo soy republicano y sirvo a un madrileño, por quien hago que amanezca más temprano, pues me da buenos frutos adelantar el tiempo diez minutos.
Yo nací en Rusia, dijo el segundo, y estuve al servicio de un ministro en Prusia, al que hice andar con especial cordura, porque siempre me ha servido, y no de ahora, retroceder el tiempo un cuarto de hora.
Andan muy mal, compañeros –dijo finalmente un cronómetro inglés. Hay que poner en regla los minuteros si de verdad quieren servir bien, pues la realidad no es de ningún modo un juego. Ya lo dijo el castellano:
No por velar amanece más temprano. Si del tiempo se trata, es inútil forzarlo, no se le precipita. Ni deteniéndolo el paso se le quita. Así que esta es una lección digna de conservarse en la memoria.
Sobre todo, ustedes, políticos impacientes y vestiglos, no anden más aprisa o más pausado que los siglos”.
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