El síndrome de “costos perdidos” o la imbatible popularidad de AMLO

Los malquerientes de López Obrador, en general, confiaban en que el ejercicio del poder bastaría para que al cabo de un año se comenzaran a notar las decepciones e inconformidades

Los malquerientes del presidente López Obrador, y de la 4T en general, confiaban en que el ejercicio del poder bastaría para que al cabo de un año se comenzaran a notar las decepciones e inconformidades en el electorado y que con ello las encuestas dejarían de ser tan espectacularmente favorables como lo han sido para MORENA y su liderazgo. Pasaron las semanas y los meses, llegaron los errores naturales del presidente y de sus funcionarios, algunos bastante evidentes y jaleados nacional e internacionalmente, y nada. La popularidad de AMLO lejos de bajar aumenta cada día que pasa y eso está llevando a la desesperación a los opositores que no encuentran la manera de romper este círculo virtuoso que ha tejido el tabasqueño y que hoy por hoy se antoja muy poderoso. Hay explicaciones de sentido común para este fenómeno y pasan por la implementación de los programas sociales, la ausencia de un líder entre los adversarios, la falta de dinero público para los conservadores, y la dispersión de sus militantes que como no ven hueso no participan. Pero aun así no hay argumentos para entender porque AMLO, con todos los factores en su contra, con la economía entrampada, la pandemia galopante y la violencia por las nubes, sigue estando en el cielo en las preferencias de los mexicanos y lo mejor para el: de los electores. La media de las encuestas de calidad arroja una preferencia de más del 50 por ciento, mes con mes y a veces ronda el 60. Si se me permite puedo aportar algo de luz en este sentido porque esto no es un fenómeno desconocido sino un síndrome. El síndrome de “costos perdidos” se hace patente en muchos aspectos de la vida, no sólo con respecto a la política sino en el consumo de alimentos y bebidas, o entretenimiento, por poner unos ejemplos. Te niegas a renunciar a un proyecto o negocio después de un tiempo razonable, a pesar de que no rinde frutos. Te mantienes en una relación de mucho tiempo a pesar de no estar satisfecho. Después de un año o dos descubres que ingresar a esa carrera universitaria no fue la mejor decisión, pero como ya le has dedicado algo de tiempo, te “obligas” a terminarla. La “lógica” detrás de estas decisiones es “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. En inglés, la expresión “más vale conocido que bueno por conocer” puede encontrarse como “better the devil you know than the devil you don't know”, que literalmente traduce: ‘mejor el diablo que conoces que el diablo que no conoces’. Si te riges por esta “lógica”, te concentras más en lo invertido que en las ganancias potenciales si comienzas un proyecto más prometedor, buscas una pareja más adecuada o cambias de carrera universitaria. Así, este tipo de decisiones, a veces, no siempre, te hacen pagar un precio mayor: pérdidas financieras y frustración por un negocio poco redituable; años de insatisfacción con tu pareja y pérdida de tiempo de vida; apatía en los estudios e imposibilidad de descubrir tu pasión. Pero tienen sentido cuando se trata de haber invertido tu confianza en una persona y estás dispuesto a darle varias oportunidades para que te resuelva las cosas, porque además sientes afecto por ella. Lo nuevo no necesariamente será mejor que lo anterior y, por lo tanto, no vale la pena cambiar sino acomodarse a aquello que ya tenemos y conocemos. Ese es el fenómeno que puede explicar en todo o al menos en parte, del mantenimiento de Andrés Manuel López Obrador, en los primerísimos lugares en todas las encuestas realizadas.