Elección Ciudadana

La grabación ha circulado con profusión, sin duda

Fiel a su costumbre, el actor Alfredo Adame se vio involucrado de nueva cuenta en un escándalo esta semana.  En un audio que se ha hecho viral, se escucha con claridad a Adame hacer declaraciones sobre asuntos políticos relacionados con su partido (Redes Sociales Progresistas) y las próximas elecciones.   La grabación ha circulado con profusión, sin duda, porque se escucha a Adame  hacer una confesión  de corrupción,  pues admite que de los 40 millones que les entregan a los candidatos para sus campañas, “nos chingamos 25”.  Por si fuera poco, en entrevista concedida a Ciro Gómez Leyva, Adame hizo una afirmación tan absurda y ridícula como cínica: dijo referirse a millones de cubrebocas, no de pesos.  Ciertamente, el descaro con el que el actor declara quedarse con dinero público y con el que se burla de Gómez Leyva y su audiencia explican el enojo de quienes pusieron a circular el audio en redes.  Aunque la apropiación ilegal de los recursos no es asunto menor, lamentablemente la conversación pública se ha concentrado en ella, dejando de lado otros asuntos con los que esta grabación guarda relación, unos mencionados por el mismo Adame y, otros, ausentes en ella, pero relacionados con el hecho.

En su charla, Adame refiere asuntos que resultan tan preocupantes como su abierta admisión de corrupción.  Anuncia que Redes Sociales Progresistas son “propiedad” del presidente, de Marcelo Ebrard y de Elba Esther.  Se presume, además, muy bien informado pues señala que “el próximo presidente de México es Ebrard” además de que explica que el apoyo a los candidatos de RSP no tiene otra finalidad que la de engrosar el poder de Morena en la Cámara de Diputados, ante la posibilidad de que sus candidatos no ganen la mayoría absoluta.  Más allá de cuán fundamentadas y ciertas estas declaraciones sean, su mero planteamiento expone una dimensión del proceso político que estamos viviendo que es realmente relevante, que tiene implicaciones profundas y que, lo que es grave, resulta invisible a la mirada ciudadana. No sólo el partido en el poder; no sólo el grupo político del presidente, sino todos los grupos, de todos los partidos y todas las orientaciones perciben el poder en los términos que se desprenden del discurso del actor.  Es algo que debe ser atesorado porque asegura la supervivencia de quien lo consigue.  El poder como instrumento de vida y garantía de permanencia.  No puede ser más evidente la visión patrimonialista del poder. El poder visto como fin, el fin último.  ¿No era un medio? ¿No era un medio para servir, para construir?

De esa manera, no sorprende, pues, que Fernando González, presidente del partido de Adame, haya recurrido a la vieja fórmula de minimizar el acto y victimizar a quien debería investigar y, muy probablemente, retirar la candidatura.  “Guerra sucia” denunció González, al tiempo que sonrió y se declaró estar listo, con sus candidatos, para pelear asientos en la Cámara.  Tampoco sorprende, entonces, que los partidos hayan recurrido a convocar a sus candidaturas a personajes de lo más variado, carentes de experiencia política, sin posiciones claras respecto del deber ser de la política y preocupados fundamentalmente por conservar sus popularidades e incrementar sus patrimonios individuales y familiares. 

Tal vez por eso se hace necesario que los ciudadanos nos hagamos cargo de este proceso electoral.  ¿Por qué debemos hacernos cargo? Por lo antes expuesto.  A los grupos políticos esta elección no les interesa por lo que puedan hacer por el país en el futuro, sino por la garantía que les otorga el usufructo del poder para la consecución de sus particulares intereses.  Dejarles hacer su juego, permitirles conseguir el poder por el poder tendrá consecuencias graves para el país.  Hoy más que nunca los ciudadanos debemos tener claridad sobre quiénes nos habrán de representar, por qué desean hacerlo y cuál habrá de ser su desempeño en ese papel.  Asuntos como la política económica, el futuro de órganos independientes como el INE, la forma en la que se atenderán la salud y la seguridad públicas así como el combate a la corrupción son extremadamente importantes.  Debemos conocer a fondo las agendas de quienes elegiremos.

¿Cómo hacerlo? Esto requerirá creatividad y organización. Lo que queda claro es que no podemos transitar por este período electoral con la típica indiferencia y molestia con la que hemos atravesado procesos anteriores. Debemos ser activos.  Por fortuna, contamos con las redes sociales.  Podemos y debemos echar mano de ellas. Algunas ideas de cómo proceder: investiguemos, antes que nada, quiénes son los candidatos de nuestras jurisdicciones, aquellos por los que podremos votar; después, busquemos sus plataformas electorales y analicemos qué tan cercanas o alejadas están de nuestras preocupaciones y necesidades.  Empleemos las nuestras para hacerles consultas.  Informémonos por todos los medios posibles acerca de sus recorridos por las áreas que representarán y analicemos sus acercamientos con los votantes.  Hagamos comparaciones entre las propuestas de unos y otros.  Evaluemos quién se acerca más a lo que nuestras regiones requieren.  Vayamos más allá; conversemos con amigos y vecinos sobre los candidatos, sus plataformas, sus propuestas, sus perfiles, nuestras inquietudes.  Distribuyamos nuestras creencias y análisis a través de nuestras redes sociales y convoquemos a reuniones virtuales entre vecinos para conversar. De esa manera, podremos llegar a forjarnos mejores percepciones acerca de la coyuntura política, nuestras necesidades, las características de los candidatos y nuestras necesidades.  Sin duda, esto nos conducirá a emitir votos mejor informados y más razonados.  Hagamos este proceso electoral, un proceso ciudadano.  No lo dejemos en manos de gente como Alfredo Adame.