¿Y de ahí?: Es hora de dejar de mirar al cielo en busca de soluciones

Fuera algo mucho más inmediato, realizable y concreto que lograr que como especie pongamos soluciones a nuestros problemas

Un meme trae este mensaje: nuestra generación está más cerca de ver extraterrestres que de tener una cada propia. Es una broma de la generación milenial sobre las declaraciones del exagente de inteligencia David Grusch ante un comité del Congreso estadounidense donde afirmó que el vecino país tiene de un programa de ingeniería inversa y recuperación de accidentes de objetos extraterrestres, e incluso, que tendrían bajo resguardo restos de aliens. El chiste es sobre el desencanto de quienes ven con incredulidad que esto podría llegar a ser más real que su sueño de llegar a tener casa o departamento propio en la ciudad donde viven, razonablemente cerca de su trabajo.

Este tono de burla ácida respecto de las circunstancias propias de una generación, ubicada más o menos entre 1981 y 1993, se vio también en Tiktok bajo el hashtag #RosaPastel en el que algunos, incluso más jóvenes, hicieron tendencia con videos en los que contrastaban sus ilusiones y altas expectativas tras terminar sus estudios frente a su situación laboral actual. Alguien que se sentía triunfar porque entró a trabajar en el sector salud en una institución como el IMSS o PEMEX que ahora mira pasar los años sin tener la estabilidad de una base, graduados con honores que se mudaron de ciudad y sólo han alcanzado a tener trabajos en Burguer King o MacDonalds, actrices que soñaron con tener éxito y despachan en un OXXO, licenciados que pasean perros para hacer frente al desempleo, entre un largo y deprimente etcétera.

Datos de Opportunity Insights muestran que en Estados Unidos, la generación X (nacidos entre 1970 y 1980) fue la primera que se estancó en no poder tener mayores ingresos que sus padres desde que se empezó a recopilar información hacia la década de 1940. La situación para las siguientes generaciones sólo se ha hecho más difícil, de ahí el desencanto milenial, y sólo parece que va a complicarse más para el resto de las generaciones que vienen en fila, la más próxima es la Z (nacidos aproximadamente entre 1994 y 2001). Esta es una tendencia más o menos global, una contundente realidad también en México, donde a menudo se hacen chistes de que a los 30 nuestros padres tenían casa, carro y tres hijos, cuando los milenials apenas llegan a fin de mes tras compras las croquetas de sus mascotas.

Es verdad que aquello de que basta esforzarse para alcanzar los sueños es una de las falacias más dañinas para la sociedad, como también lo es que el contar con estudios profesionales de licenciatura o ingeniería resulta insuficiente para encontrar un buen trabajo en el sector, a veces ni siquiera sirve para tener un ingreso fijo mínimo. Contar con un título como garantía de empleo fue una fórmula que sirvió en generaciones pasadas, pero no más. Habrá que empezar a ver la formación profesional como una oportunidad de tener herramientas para entender el mundo y adquirir la capacidad de adaptarse a él, en vez de reprocharle a la realidad cuando no se ajusta a nuestros sueños.

En el fondo parece que nos aferramos a negar la realidad, a enfrentarla. No sólo en lo individual sino como sociedad y hasta como humanidad entera. La euforia (para unos en broma, para otros no tanto) de los ovnis y los fenómenos aéreos no identificados sirvió como un escaparate al deseo de que vengan aliens a salvarnos de nosotros mismos. Como si el advenimiento de una especie superior fuera algo mucho más inmediato, realizable y concreto que lograr que como especie pongamos solución a nuestros problemas.

En ese mismo sentido se entiende que casi no se le haya dado difusión, que casi nadie quiera tocar la advertencia de la Organización de las Naciones Unidas en el sentido de que ha terminado la era del calentamiento global y ha iniciado la era de la “ebullición global”. Esto ya que no se lograron cumplir las metas del acuerdo de París para mitigar el aumento en las temperaturas del mundo, y acabamos de vivir el mes de julio más caluroso de la historia registrada.

Es hora de dejar de mirar al cielo en busca de soluciones, aceptar los retos que tenemos enfrente y tomar las acciones necesarias. Algo más fácil de hacer cuando se trata de uno mismo, bastante más complicado cuando se trata de toda la humanidad, pero quizá más urgente y necesario.