OPINIÓN

ÍNTEGRAmente
04/12/2025

EFECTOS NOCIVOS DEL USO DE PANTALLAS EN PREESCOLARES

El uso excesivo de pantallas en la primera infancia puede afectar de forma negativa varios aspectos del desarrollo físico, cognitivo y socioemocional de los preescolares. En términos del lenguaje y la cognición, la evidencia muestra una asociación entre más tiempo frente a pantallas y retrasos en el desarrollo del lenguaje y habilidades cognitivas. Los niños aprenden mejor a través de la interacción directa con adultos y pares; las pantallas pasivas sustituyen oportunidades de conversación, juego simbólico y exploración sensorial que son clave para adquirir vocabulario y pensamiento crítico.

Respecto a la atención y la autorregulación, la exposición temprana y prolongada a contenidos rápidos y fragmentados se ha relacionado con mayores problemas de atención y menor capacidad para concentrarse en tareas prolongadas. Los estímulos audiovisuales de alta intensidad pueden fomentar respuestas inmediatas y reducir la tolerancia a la frustración y la espera, elementos fundamentales para la autorregulación emocional y conductual.

El sueño también se ve comprometido: el uso de pantallas cerca de la hora de dormir reduce la duración y la calidad del sueño. La luz azul emitida por dispositivos puede alterar el ritmo circadiano y suprimir la melatonina, mientras que el contenido estimulante dificulta la relajación. El déficit de sueño en preescolares se asocia a peor atención, más irritabilidad y problemas de aprendizaje.

En el plano físico, pasar mucho tiempo frente a pantallas promueve conductas sedentarias que aumentan el riesgo de sobrepeso y obesidad. Además, ver pantallas mientras se come favorece el consumo excesivo y la selección de alimentos menos saludables, en parte por la influencia de la publicidad dirigida a niños. También hay riesgos de problemas visuales (fatiga ocular, visión borrosa temporal) y postura inadecuada por usar dispositivos sin ergonomía, aunque el daño ocular permanente es menos claro y depende de tiempo y condiciones de uso.

A nivel social y emocional, el uso temprano de pantallas puede reducir la calidad de las interacciones cara a cara con adultos y compañeros, lo que limita el aprendizaje de habilidades sociales —como lectura de expresiones, turnos de palabra y empatía— y puede potenciar conductas más aisladas o reguladas por estímulos digitales.

Además, la exposición a contenidos inadecuados o a anuncios puede influir en comportamientos y preferencias no saludables. Los efectos son más marcados cuando los dispositivos se usan de forma no supervisada, con contenido no adaptado a la edad, o cuando sustituyen el juego activo, la lectura y la interacción con cuidadores.

Por todas estas razones, organizaciones pediátricas recomiendan limitar el tiempo de pantalla: evitar exposición en bebés y en niños de 2 a 5 años. Se aconseja horarios libres de pantallas (por ejemplo, durante comidas y antes de dormir), priorizar actividades de juego activo y lectura conjunta, y que los cuidadores sirvan de modelos de uso responsable.

(Psiquiatra/Paidopsiquiatra)




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