JUSTICIA, LA GRAN ASIGNATURA PENDIENTE

Filosóficamente el último fin del derecho, es la justicia. Pero mantenemos la Corte más cara, escandalosa e ineficiente del mundo, que no imparte justicia, mal aplica leyes.

La justicia es la gran asignatura pendiente en este país, donde adolecemos de un Poder Judicial corrupto y perverso, putrefacto y prostituido, con el que apenas llegamos a sentencias en un  0.02% de los delitos que se cometen, con  una monstruosa impunidad de más del 99%,  y esta impunidad  es el principal incentivo para el delincuente, que juega una pirinola que en todos sus lados tiene ganar.

Y esta execrable ineficiencia es multi causal. Por un lado la puerta giratoria  por la que por un lado entran los delincuentes, pero por la otra salen; la corrupción, el clasismo, la discriminación,  la traición al juramento profesional y a la protesta rendida al asumir el cargo, porque son perjuros, e incluso la traición a la patria, cuando expiden fallos ahora si expeditos, favoreciendo a empresas, organismos  o gobiernos extranjeros, en contra del interés nacional, y toda esta inmundicia  baja de los mismos Ministros a magistrados, a jueces y a funcionarios menores.

Y si que incurren en conductas plenamente tipificadas en el Artículo 123 del Código Penal Federal como traición a la patria,  con resoluciones que violan la Constitución en la letra y en su  espíritu , una y otra  vez  favoreciendo a empresas y organismos extranjeros en contra del interés nacional. A los Ministros no los anima un afán de justicia. Amafiados como oposición al gobierno y en contra de la nación, sirven a intereses bastardos

Y violan la Constitución cuando cobran salarios varias veces superiores al del Presidente,  salarios escandalosos de más de seiscientos mil pesos mensuales, más de veinte mil pesos diarios. En un día, cobran más del doble de lo que cobra un maestro en un mes. Y lo siguen cobrando en el mes y medio de vacaciones que tienen al año. Y se  jubilan con todas estas prestaciones a los 15 años de trabajo.

Cientos de partidas presupuestales para dispendios increíbles, como millones y millones anuales del presupuesto para compra de cubiertos de mesa, que serán acaso de oro, o para lavado de ropa, o lentes para todos sus familiares, a más de fideicomisos de más de veinte mil millones de pesos de los que nunca rinden cuenta.

Filosóficamente el último fin del derecho, es la justicia. Pero mantenemos la Corte más cara, escandalosa e ineficiente del mundo, que no imparte justicia, mal aplica leyes. La Corte más perezosa. Decenas de miles de presos con años interminables sin sentencia. Caro Quintero, consignado por delitos con sentencia máxima sumada de 25  años, preso 28 años sin sentencia. El Sr. Vallarta, del caso de la francesa Florence Cassez, que fue liberada pues todo se debió a un burdo montaje televisivo, continúa preso  ya 20 años sin sentencia, y el Presidente no le puede conceder el indulto que solo aplica a sentenciados.

Y el colmo de los colmos. Ordenan en un "amparo",  esa noble institución tan degradada por estos leguleyos, que el "Presidente de la Comisión para la Verdad  en el caso Ayotzinapa", el execrable crimen de la desaparición forzada de los 43 estudiantes, oiga usted <que no puede mencionar,  en ninguna forma, que hubo una falsa verdad histórica, ni  hablar de que hubo tortura, (cuando más de 20 delincuentes han obtenido su libertad por haber acreditado tortura en este caso) y menos mencionar al torturador, porque afectaría su reputación>

Y el torturador, con más de 20 casos acreditados de tortura, múltiples órdenes de aprehensión expedidas por jueces,  y prófugo de la justicia, es amparado  y protegido por una Corte, un Poder Judicial podrido, cuyos integrantes debieran estar no es su casa, sino en la cárcel, pero desgraciadamente tenemos un Presidente que no los quiere tocar ni con el pétalo de una rosa.

Y desde aquí le decimos a nuestro Presidente que es su obligación actuar. Son muchos y variados los caminos que puede tomar  para poner orden y  transformar este poder. El Artículo 80 de nuestra Constitución es claro: "Se deposita el SUPREMO poder ejecutivo en un individuo que se denominará Presidente de los Estados Unidos Mexicanos"

Usted, señor Presidente, no solo es el jefe del Poder Ejecutivo. Por mandato de la Constitución, usted es el Jefe del Estado, que incluye los tres poderes y debe cumplir con la obligación para la que lo elegimos.