La 4T y el Coronavirus

El impacto en la salud y en la economía de los mexicanos por la expansión del coronavirus (Covid-19) es inminente

El impacto en la salud y en la economía de los mexicanos por la expansión del coronavirus (Covid-19) es inminente. Al pasar del contagio de la primera fase denominado “Importación Viral” a la segunda fase de “dispersión comunitaria” se pondrán a prueba todos los servicios de salud públicos y privados, así como la situación económica del país, una vez que entremos al periodo de cuarentena obligatoria. La fase tres de “epidemia”, que es el peor de los escenarios, estaría en función de las medidas que se hayan aplicado para contener la enfermedad.  

A nivel global la caída de las bolsas de valores y del precio del petróleo, que han sido las reacciones inmediatas por la desaceleración de la economía de China y de los demás países en los que el Covid-19 ha hecho de las suyas, muestran parte de los terribles efectos negativos de una pandemia que golpea con fuerza al mundo globalizado. Las expectativas ante esta difícil y compleja situación son tan pesimistas que ya hablan de una nueva recesión mundial, peor que la de 2008. 

En México el impacto económico se observa también en la cotización de su moneda que ya rebasa los 25 pesos por un dólar. 

Este negro panorama llega en momentos en que la economía del país se encuentra prácticamente estancada (PIB de -0.1 en 2019) y los servicios de salud aún padecen de enormes rezagos.

De que tamaño será la crisis económica del país que recién anunció el presidente López Obrador en su gira por Oaxaca, depende en mucho de cómo los especialistas de la salud aplican las adecuadas en las distintas fases en las que evoluciona el contagio del Covit-19, conforme a la experiencia adquirida por los países que tienen más tiempo combatiendo esta enfermedad viral y a las características propias de nuestro país.

El objetivo es que dañe lo menos posible la salud de la población, la economía nacional y, en especial, el empleo, evitando que el cierre momentáneo de la industria y el comercio lleve al menor número de empresarios a la quiebra y de trabajadores a la calle. Por lo pronto el sector turismo es uno de los primeros impactados por el Covid-19, pues de acuerdo con la secretaría de turismo del estado de Quintana Roo, en tan solo una semana la ocupación hotelera pasó del 82 al 36 por ciento, esto es, de 332 mil turistas se pasó a solo 80 mil. 

En el país ya se recomendaron algunas medidas de la fase 2 como la sana distancia, es decir, ni besos ni abrazos para saludar, la suspensión de eventos masivos de más de mil personas, la cancelación de clases en todos los niveles y, en algunos estados como Tabasco, el cierre de comercios que no vendan alimentos y de cines, restaurantes, bares, cafeterías etc. Cabe señalar que algunas empresas transnacionales dieron 30 días de descanso a sus trabajadores sin goce de sueldo, en línea con la descarnada lógica neoliberal.  

En esta fase, donde los casos comienzan a contarse por centenas y ya no se conoce el origen de las infecciones, lo importante son las acciones que aplique el gobierno y la responsabilidad de la población para mantenerse en casa, nada de que a mí no me da o de que me hace lo que el viento a Juárez. Si se logra que la curva del contagio no sea tan pronunciada, esto es, que los contagios no se multipliquen exponencialmente, será posible atender a todas las personas que registren un nivel de gravedad que ponga en riesgo su vida en el lapso más crítico de la pandemia.     

Al respecto Víctor Sámano, en su columna del lunes 23, señala que “la pandemia del coronavirus nos ha mostrado la importancia de un sistema y modelo de salud pública robusto”. Nos explica que, en Alemania, con más de 20 mil casos confirmados de coronavirus, solo registra 72 fallecimientos, frente a los más de 4 mil muertos en Italia, un mil 556 en Irán y un mil 326 en España.  

El Covid-19 ha puesto en evidencia una de las principales distorsiones del mercado que deja sin protección social a la mayoría de la población. Durante 36 años de neoliberalismo tecnócratas y empresarios se encargaron de minimizar al gobierno y al Estado, debilitándolos a tal grado que su capacidad de respuesta ante situaciones críticas como la que hoy priva por la pandemia, es limitada por un sistema de salud prácticamente desahuciado.

De las medidas extraordinarias que tome el gobierno de la 4T para atender la contingencia de salud y la crisis económica que se avecina, dependen la consolidación de los profundos cambios que se vienen realizando para combatir la corrupción y las desigualdades que nos permitan superar el neoliberalismo.

La responsabilidad del primer mandatario de país, de las y los gobernadores y de las y los alcaldes, es crucial en estos momentos. La política debe servir para orientar las acciones hacia el control razonable de la inevitable expansión del Covit-19 y así reducir el número de infectados y su impacto en la mortalidad. De igual forma, la política debe de servir para que la crisis económica sea pasajera y que los sectores sociales más vulnerables, que son la mayoría, puedan cubrir sus necesidades básicas.  

Las críticas de los conservadores a las decisiones que está tomando el presidente López Obrador en torno a la presencia del Covit-19 en el país no solo es oportunista y facciosa sino delirante y perversa. Su invectiva solo ha acrecentado el temor de la gente y las compras de pánico que agravan más la contingencia.

De por sí vamos a vivir dos o tres meses muy difíciles y complejos en los que es indispensable convocar a la unidad y la solidaridad de todos para salir fortalecidos de la pandemia, pero en las  derechas puede más el odio que la razón y utiliza la tragedia mundial del Covid-19 para poner en duda el trabajo del gobierno de la 4T, sin importar que su feroz campaña desinformativa se lleve entre las patas al país entero.