La impagable aportación de la miseria a las familias tabasqueñas

La impagable aportación de la miseria a las familias tabasqueñas

La falta de liquidez es abrumadora en Tabasco. No todo es malo, porque ha fomentado el dialogo entre los matrimonios y las parejas de hecho, que se comunican diariamente con mucha más frecuencia e interés por el otro de lo que hasta ahora venía sucediendo en los hogares: Todos los días, varias veces, se interesan, sinceramente, por algunos detalles de la vida de su “otra mitad” con frases que demuestran el amor, interesado, del uno por el otro: “¿Ya cobraste cariño? Todavía no ¿y a ti te han pagado mi amor? Claro, ya sabemos que la respuesta es negativa, y parece que seguirá así un tiempo, pero la aportación que está haciendo nuestra miseria obligada a la familia tabasqueña es gigantesca. Como no tienen, o no quieren, dar nada concreto, nuestros políticos se han dedicado a dar espectáculo, cosa siempre de agradecer. En Tabasco, que ahora está cuestionando si los partidos políticos son uno, o una coalición forzada por la necesidad de no desaparecer, o un cónclave de tribus, la vida jamás se ha prestado al aburrimiento. Para divertirnos o para exasperarnos, se enfrentan los políticos. Hace mucho tiempo que Aristófanes, que murió hace 445 años antes de Jesucristo, semana más o menos, les llamó “monos del pueblo”. Siguen haciendo títeres. Algunos no comparten las ideas de sus rivales, pero como no están seguros de que ellos tampoco las compartan, las respetan en casi toda su totalidad. La buena educación, que siempre antecede a la mala, convierte los debates en las redes sociales en sanos chismeríos que a todos entretienen. Todos simulan llevarse muy bien, aunque se odien cordialmente, y aspiran a llevarse el gato escaldado al agua. Todos los partidos están obligados a hacer concesiones, pero ninguna más importante que la que han hecho los que decidieron aportar su parte del pastel del presupuesto de la nación para los damnificados del terremoto. ¡Creo!. Porque ya no se ha vuelto a hablar de eso. Se ha corrido un tupido velo sobre el asunto y no se sabe bien a bien en que quedó. Para echarle una mano a alguien conviene tener la otra disponible, no sea que se nos vayan a caer los calzones. La cautela es una virtud política, pero también es un defecto moral, enmascarado por el servicio a la patria, que es un lugar donde cabemos todos y no excluye a los antipatriotas. Hoy por mí y mañana y los días siguientes también por mí y por lo que pueda pasar.