LA NUEVA VIGENCIA

Ya van seis ocasiones en que el destino me ha llevado a cruzar el Sanzu o el Estigia, un viaje proceloso ante la angustia de mi familia

Pero mis médicos, científicos valientes y generosos,  han logrado que me rechacen, que no me dejen desembarcar, y  han  logrado darme  una nueva vigencia de vida, que a mis ochenta y ocho años, ya no sé si en la tercera o en la cuarta edad,  hay que agradecer más de cinco veces, y desde luego lo hago sentida y profundamente.

Y ahora me voy enterando que viajaba con dos compañeras no deseadas. Dos traicioneras úlceras, una gástrica y otra duodenal, que me querían agarrar de la mano, y llevarme al rio. Llegué a la Clínica Guadalupe en mis cinco sentidos, pero me dicen que al ratito estaba literalmente “en el otro mundo”.

Y mis médicos valientes  y desesperados, y mi hijo, que no me canso de decir que es el mejor del mundo , y la bendición de una nuera de lujo, toda bondad y cariño, desesperados en la noche consiguiendo los 16 paquetes de sangre que tuvieron que transfundirme, para que pudiera regresar con una  nueva vigencia de vida.

La muerte no es otra cosa que un sueño y un olvido. Sobrevivimos en la medida que alguien o algunos nos recuerdan.  Pero hay que ironizarla, y perdón si molesta alguna palabra.

Si de terco a terca vamos, //sin cariño y sin respeto, // dijo la muerte en cuclillas: // ni nos vimos ni nos vamos, // ya van seis, pero lo siento, // a  este cabrón no lo acepto, // que siga jodiendo en Villa.